Nos encontramos en una etapa de la evolución humana donde entendemos y nos enseñan que para “ser en el mundo” tenemos que estar “constantemente ocupados”. Es algo que no nos tiene que extrañar ya que, seguramente si te lanzara el reto de preguntar a alguna persona sobre cómo se encuentra su familia, no sabría responderte. Incluso ella misma a nivel emocional no sabría responderte. ¿Por qué? Por la falta de tiempo de estar constantemente ocupados.
Es habitual tener el pensamiento de “cuanto más hacemos, más valemos”, y esto tiene origen en una sociedad materialista donde se prioriza sobre el “cuanto más tienes más eres”. Muy pocos somos los que tomamos consciencia interior, aquella que verdaderamente nos demuestra quién somos y para qué estamos aquí. ¿Estamos entonces ante una enfermedad de tipo social? La respuesta, según varios estudios sociales realizados, es sí.
“Coged las rosas mientras podáis
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta…”-Walt Whitman-
Los niños también padecen esta enfermedad
Preguntas a las personas sobre su estado emocional y te responden cansados “Estoy muy ocupado y haciendo mil cosas… no tengo tiempo para pensar en ello”. Lo complicado no es darnos cuenta solo de esto, sino de que nuestros hijos y jóvenes comienzan desde bien temprano con hábitos que destruyen una calidad de vida donde priorizar en el crecimiento personal en cuanto a tiempo se refiere tendría que ser una tarea diaria.
Esta enfermedad de “estar constantemente ocupados” es intrínsecamente destructiva para nuestra salud y bienestar. Debilita la capacidad de concentrarnos completamente en quienes más queremos y nos separa de convertirnos en el tipo de sociedad que tanto demandamos paradójicamente. El estar en constante activación realizando esas tareas que nos auto imponemos no nos permite reflexionar, ser y convertirnos en humanos completos.
La tecnología como aliada del “estar constantemente ocupados”
A partir de los años 50 se impuso la nueva era de las innovaciones tecnológicas, productos que nos prometieron hacer nuestro día a día más fácil o más sencillo. Aun así, hoy en día seguimos con el mismo o incluso menos tiempo disponible que hace algunas décadas. Para algunos de nosotros, “los privilegiados”, las líneas entre el trabajo y la vida personal desaparecen. Siempre estamos con algún smartphone o tablet sin desconectar y permitirnos estar presentes.
Para algunas personas la realidad es diferente ya que necesitan llevar a cabo dos trabajos en sectores para mantener su familia. El 20% de los niños de EE.UU. viven en la pobreza y muchos de sus padres trabajan por salarios mínimos para permitirles vivir una vida digna y tener algo para llevarse a la boca. Estas personas sí podríamos considerar que están verdaderamente ocupadas.
En algunas culturas musulmanas para preguntar a una persona cómo se encuentra o qué tal le va, dicen en árabe, ¿Kayf haal-ik? o, en persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? Haal es una palabra para preguntar por el estado espiritual en el que se encuentra el corazón de alguien. La traducción en nuestro idioma sería entonces “¿cómo está tu corazón en este momento exacto?”. De ahí que nuestro “qué tal estás” signifique exactamente eso mismo que queremos saber de la otra persona.
Cuando preguntamos con el corazón no estamos interesados en saber cuántos correos te quedan aún pendientes por responder o el tiempo que tardas en hacer determinada acción en tu trabajo. Preguntamos de forma sincera cómo está tu alma, cómo se encuentra y si se siente bien, sana. Si recuerdas aún que eres un ser humano aquí y ahora.
Te invitamos a que cómo remedio a esta enfermedad, la de “estar constantemente ocupados”, pongas tu mano en el hombro de la persona que amas, le mires a los ojos y conectes con ella por unos instantes. Cuéntale lo que te pida tu corazón y conecta con el suyo. Todos en algún momento necesitamos recordar que somos seres humanos que necesitamos la esencia de los demás para sentirnos más vivos y plenos.
“Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora.”