El budismo es una filosofía y una religión compuesta de enseñanzas prácticas, como la meditación por ejemplo, que pretende inducir una transformación en el interior de quien la practica. Promueve el desarrollo de la sabiduría, la conciencia y la bondad para alcanzar un estado de iluminación.
En el budismo la existencia se aborda como un estado permanente de cambio. La condición para beneficiarnos de ese cambio es desarrollar una disciplina sobre nuestra mente. Esta debe enfocarse hacia los estados positivos, la concentración y la calma.
“El karma es experiencia, la experiencia crea memoria, la memoria crea imaginación y deseo, y el deseo crea de nuevo el karma.”Compartir
El objetivo de la disciplina es lograr profundizar en emociones asociadas con el entendimiento, la felicidad y el amor. Adicionalmente, para el budismo todo el desarrollo espiritual se materializa y se complementa con áreas como el trabajo social, la ética y la filosofía.
La naturaleza del karma en el budismo
La palabra Karma significa acción y consiste en un tipo de fuerza que trasciende. Este tipo de energía es infinita e invisible y es consecuencia directa de las acciones del ser humano. El karma se rige por doce leyes. Cada una de ellas permite comprender el sentido espiritual de la existencia.
En el budismo no existe un dios controlador, estas leyes provienen de la naturaleza (como la ley de gravitación universal) y las personas tienen libre albedrío para aplicarlas o no. Por tanto, hacer el bien o el mal depende de cada uno y de dicha decisión las consecuencias de las que somos, en gran parte, responsables.
Las doce leyes del karma
Estas son las doce leyes del karma, según el budismo:
1. La gran ley: esta ley se puede condensar en la frase “cosechamos lo que sembramos”. También es conocida como la ley de causa y efecto: lo que damos al universo es lo que el universo nos devuelve, pero si es algo negativo, nos lo devolverá multiplicado por diez. Es decir, si damos amor recibiremos amor, pero si damos desamor recibiremos desamor multiplicado por diez.
3. Ley de la humildad: nos seguirá pasando, lo que nos negamos a aceptar. Si solo somos capaces de ver los aspectos negativos en los demás, nos estancaremos en un nivel de existencia inferior; por el contrario, si los aceptamos con humildad, ascenderemos a un nivel superior.
4. Ley del crecimiento: a donde vayamos, ahí estaremos. Ante las cosas, los lugares y las demás personas, somos nosotros los que deben cambiar y no lo que nos rodea, para evolucionar en nuestra espiritualidad. Cuando cambiamos nuestro interior, nuestra vida cambia.
5. Ley de responsabilidad: cuando algo negativo nos pasa es porque hay algo negativo en nosotros, somos reflejo de nuestro entorno. Por tanto, debemos afrontar con responsabilidad las acciones en nuestra vida.
6. Ley de la conexión: todo lo que hacemos, por insignificante que parezca, está en conexión con el universo. El primer paso lleva al último y todos son igualmente importantes, porque en conjunto son necesarios para alcanzar nuestro objetivo. Presente, futuro y pasado están interconectados.
7. Ley del enfoque: no es posible pensar en dos cosas simultáneamente. Ascendemos peldaño a peldaño, uno a la vez. No podemos perder de vista nuestras metas, porque se apoderaría de nosotros la inseguridad y la ira.
8. Ley del dar y la hospitalidad: si piensas que algo puede ser verdad, llegará el momento en que puedas demostrar que lo es. Debemos aprender a dar para poner en práctica lo aprendido.
9. Ley del aquí y el ahora: permanecer aferrados a nuestro pasado, nos imposibilita para disfrutar del presente. Los pensamientos enmohecidos, los malos hábitos y los sueños frustrados, nos impiden avanzar y renovar nuestro espíritu.
10. Ley del cambio: la historia se repetirá hasta que asimilemos las lecciones que debemos aprender. Si una situación negativa se presenta una y otra vez es porque en ella hay algún conocimiento que debemos adquirir. Hay que enderezar y construir nuestro camino.
11. Ley de la paciencia y de la recompensa: las recompensas son resultado del esfuerzo previo. A mayor dedicación, mayor esfuerzo y, por tanto, mayor gratificación. Es una labor de paciencia y perseverancia que da sus frutos. Debemos aprender a amar nuestro lugar en el mundo, nuestro esfuerzo será honrado en el momento justo.
12. Ley de la importancia y de la inspiración: el valor de nuestros triunfos y errores depende de la intención y la energía que desplegamos para tal fin. Contribuimos individualmente a una totalidad, por tanto, nuestras acciones no pueden ser mediocres: hay que poner todo nuestro corazón en cada aporte que hagamos.
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