Algunas personas saben desde su infancia lo que van a ser de mayores, lo que va a ser “cuando crezcan”. A otras les cuesta un poco más decidir su camino, pero la mayoría, por no decir todos, pasan por lo mismo: qué voy a hacer con mi vida. Ser feliz se perfila entonces por conseguir una meta. Pocos te dirán que cuando crezcan quieren tener una vida tranquila. De hecho, ¿qué clase de objetivo es ese?
Nuestra cultura parece estar centrada intensamente en la pasión y los sueños. Por ejemplo, si te fijas en los programas más populares de la televisión te darás cuenta de que son aquellos en los que las personas compiten por la oportunidad de vivir sus sueños.
Parece que la idea de que el éxito, el ser el primero, el lograr ser más que nadie, alcanzar lo que nadie ha alcanzado antes, cumplir un sueño es lo que debemos hacer. Nadie nos dice el precio que muchas veces hay que pagar para ello, ni mucho menos que podemos tener otros objetivos. Tener una vida tranquila también es una opción.
No siempre tener un don y un talento es una bendición, necesariamente no te hace feliz. En la sociedad actual parece que, si haces algo bien, tienes que explotarlo, ponerlo a disposición de quien quiera juzgarlo y ganarte la vida con ello (y, de paso, permitir que otros también lo hagan). Nos venden la idea que ese talento nos hace especiales y que necesitamos mostrarlo al mundo.
Tal vez el camino pase por enseñar a nuestros jóvenes a que la respuesta a la pregunta qué quieres ser no tiene por qué ser la misma que a la pregunta a qué te quieres dedicar.Compartir
No conseguir todo lo que deseas puede ser una bendición
Es fácil soñar con una vida feliz y maravillosa, llena de reconocimiento profesional y personal, grandes lujos que puedes permitirte gracias a tu gran trabajo y una gran cantidad de oportunidades para tener una vida de ensueño, de esas que vemos en la televisión. Lo cierto es que en eso solemos basarnos a la hora de plantear nuestras metas. Creemos que tiene que se así.
Pero muchas veces nos obsesionamos tanto con conseguir lo que queremos o lo que se espera de nosotros que nos olvidamos de muchas cosas que quedan por el camino. En esa búsqueda del éxito nos cargamos de estrés, nuestras relaciones personales se ven afectadas por el logro de esos objetivos y es fácil desatender nuestra faceta emocional e incluso espiritual.
Seguro que se te ocurren muchos ejemplos de personas que están en lo más alto, que han conseguido llegar a niveles de triunfo espectaculares, que son referentes en su profesión, pero que viven al límite de sus fuerzas físicas y su cordura, por no hablar de su salud. Personas que se ven sometidas a grandes presiones y que, por una causa u otra, no tienen más opción que seguir así, a pesar de todo, que no tienen opción de cambio.
Pero seguro que también sabes de gente que, por el motivo que sea, dejaron de perseguir sus metas para cambiar de vida y que ganaron con el cambio o que simplemente tuvieron que dejar lo que estaban haciendo. A esos es a los que se refiere esta cita.
“Recuerda que, a veces, no conseguir lo que quieres, es un maravilloso golpe de suerte”.Compartir
La clave aquí es ser flexibles para encajar los golpes y aprovechar el fracaso para crecer interiormente, para mirar más dentro de uno mismo y no solo más allá. ¿Qué quieres de la vida, ser o tener? Aceptar las cartas que te da la vida te puede permitir jugar una partida excepcional.
El propósito fundamental de la vida es buscar la felicidad
“Creo que el propósito fundamental de nuestra vida es bus car la felicidad. Tanto si se tienen creencias religiosas como si no, si se cree en talo cual religión, todos buscamos algo mejor en la vida. Así pues, creo que el movimiento primordial de nuestra vida nos encamina en pos de la felicidad”.Compartir
¿Ser feliz es realmente un objetivo viable en nuestro entorno? En el fondo, todos sabemos que es difícil, al menos en las condiciones impuestas por la sociedad de hoy y con la tendencia generalizada que tenemos a complicarnos la vida. Simplificar algunas cosas puede suponer una gran oportunidad para buscar esa felicidad ansiada.
Cada uno debe buscar la forma en la que quiera buscar ese camino, sin sentirse culpable por tomar uno u otro camino y respetando el sendero que decidan tomar los demás.
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