“No tienes que sufrir para ser un poeta. La adolescencia es suficiente sufrimiento para todos”. Así de dramático sonaba el poeta John Ciardi. Aunque es cierto que un adolescente puede sentirse profundamente incomprendido, esta fase del crecimiento de un hijo no tiene por qué ser tan trágica. De hecho, los estudios realizados en otras culturas apuntan a que la conflictividad de la adolescencia es producto de un conjunto de factores culturales.
El psicólogo y pedagogo G. Stanley Hall estimaba que “la adolescencia es un nuevo nacimiento, ya que con ella nacen rasgos humanos más completos y más altos”. Nuevamente una aseveración bastante radical, pues se equipara una etapa del niño con un mundo desconocido que se abre ante él, como si todo fuese nuevo.
Tanto desde “la calle” como desde determinados círculos intelectuales se entiende la adolescencia como un periodo de tiempo en el que la persona sufre muchos cambios, algunos de ellos radicales, en un corto espacio de tiempo y sometidas algunas de ellas a grandes presiones de sus iguales o de sus familiares.
Si es así, al menos en nuestra cultura, la pregunta es sencilla, ¿qué podemos hacer para echarles una mano en esta etapa?, ¿qué está en nuestras manos para que integren los cambios de una forma que se aleje de lo traumático?
Entender a un adolescente
Entender a un adolescente no es una tarea fácil, pues requiere de un gran ejercicio y esfuerzo por parte de los adultos, que observan como ese joven antaño comprensible y cercano parece ahora arisco y distante.
Sin embargo, hay una serie de claves que pueden ayudar a los padres para comprender las verdaderas necesidades del adolescente y los cambios bruscos que se están dando en su psique.
La empatía es necesaria en todas las facetas de la vida, especialmente de cara a la compresión de un adolescente. La capacidad para ponernos en lugar de otra persona y comprender sus sentimientos y procesos mentales es básica.
Todos hemos sido adolescentes. Ya que cada uno de nosotros hemos pasado por esa fase, es importante conectar con ese yo anterior y analizar cuáles eran nuestros sentimientos, pensamientos, añoranzas y pesares. Pero, ¡cuidado! El pasado nos puede ayudar pero si queremos entenderles tenemos que ver la situación desde su circunstancias actuales, no desde la nuestras pasadas.
No pensemos, por ejemplo, que si en nuestra adolescencia no tuvimos la necesidad de tener un móvil ahora los adolescentes tampoco deberían tenerla. No podemos hacer esto, porque lo que normalizan la sociedad o los iguales en cada una de las adolescencias, la nuestra y la del adolescente actual, no es lo mismo. De ahí, que si queremos entender al adolescente actual necesitamos un esfuerzo que va más allá de rescatar recuerdos.
Necesidad de encaje social
Un adolescente comienza a vivir una etapa de su vida en la que necesita una mayor independencia y autonomía. El hecho de cómo es visto por los demás o su encaje en su mundo social es de vital importancia para ellos.
Ningunear o restar importancia a estos hechos es un error mayúsculo que un adulto no debe cometer, pues el cerebro del joven y su propia experiencia vital no han desarrollado el camino para llegar a ese punto de comprensión.
Debes entender que un problema que para ti es una mota de polvo, para ellos puede ser una gran torre de piedra. Actúa en consecuencia, usa la empatía y reconoce su sufrimiento, su necesidad de independencia y resolución de problemas según su capacidad. Dale la importancia que tiene para los chicos o se alejarán de ti.
“A los catorce años no necesitas enfermedad o muerte para la tragedia”Compartir
Rebeldía
Muchas personas equiparan la etapa del adolescente con la rebeldía. Realmente esto no es así. Simplemente llegan a una fase en la que necesitan independencia, nuevos horizontes y un cierto alejamiento de sus progenitores para encontrar su camino. Si no se les otorga, se levantan contra ello.
No hay que olvidar que el joven comienza a pensar de forma más racional y abstracta. Su cuerpo está cambiando, y con él su cerebro y su forma de ver el mundo. Necesitan afirmarse, salir de la comodidad del control paterno y encontrar su código ético propio.
Hay que entender que es una mala etapa para tratar de imponerse sobre el adolescente. Es normal que discuta, hable de sus puntos de vista, equivocados o no, y que discrepe. Si no aceptamos esto como algo natural y lógico y no somos dialogantes, jamás podremos comprender a los chicos en esta edad.
Quiero entender a un niño adolescente
Si quieres entender a un adolescente, tienes una ardua labor por delante. Es recomendable dialogar mucho, dejarle su espacio privado, comprender que ya no es mi “bebé” ni el “niñito de mis ojos”, ser realista en los objetivos, proveerle de mucha información útil y estar atentos a posibles problemas como la falta de sueño, los cambios excesivamente drásticos o indicios como bajada del nivel educativo o cambio radical de amigos.
“La adolescencia es la conjugación de la infancia y adultez”Compartir
Entender a un adolescente solo es complejo si se llega tarde. Pero con la información adecuada y la actitud empática y comprensiva necesaria no tiene por qué ser una tarea ardua o cargada de frustración. No hay que olvidar que a ese pequeño le hemos criado y educado nosotros, por lo que ponerse en su lugar es más sencillo de lo que parece.
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