"Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Señor
como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.
Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor.
Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.
Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz del Señor".
-----Primer Domingo de Adviento---2016----
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Isaías a diferencia de muchos profetas, no fue de familia pobre; nació y creció en una familia “noble”, hizo parte de la cohorte y del palacio real, donde tuvo la oportunidad de participar en reuniones y banquetes oficiales. ¿Qué le pasó a Isaías? Comprendió, como dijo A. Camus: “ que en este mundo hay plagas y víctimas y que hay que negarse tanto como le sea a uno posible, estar del lado de las plagas… que uno no puede ponerse del lado de los que hacen la historia sino al servicio de los que la padecen” (La Peste). Eso fue lo que hizo, y por eso se convirtió en un problema para los “servidores públicos”, porque les recriminó la ostentación en la que vivían mientras el pueblo pasaba necesidades. Por esto el rey Ajaz lo expulsó del Palacio.