a Agnes Hazenbosch
Apuntes esenciales
Llevo contando el cierzo, el aire, el suelo, la bruma, los geranios y el rocío. Sumo la hierba, el sol, la sombra nueva de la cosecha convertida en trigo. Anoto auroras, tallos, ramas, fuego, crepúsculos, maderos y navíos. Procuro no olvidar ningún silencio, ninguna media voz, ningún testigo. Y ahora sé que aún estoy en falta con tantos mundos. Este es mi libro: un transcurrir del día innumerable, de cuanto se han callado los espinos para que se dijeran los amantes.
Más puede mi palabra que el olvido.
Se escriben muchas cosas, pero olvidan el pueblo a media luz, algún ladrido, las sábanas recién desarregladas, aquel amor que nace clandestino.
Delfina Acosta
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