El tiempo es beso
¿Escuchas cómo caen las estrellas? La rosa en mi costado dio su aroma, su ensangrentado aroma que me viste. Pasaron desde entonces muchas rosas, y vive aquella flor de mí salida, de mi infectada herida, siempre roja y siempre negra y llena ya de hormigas. Hay sólo una paloma migratoria del sur volviendo en busca de su norte. Ya nunca más bandadas tan ruidosas ni potros desbocados como ráfagas, ni escarcha titilando entre las rocas, ni el último silencio en la campana.
Hay sólo una paloma migratoria. La dicha se deshace como un beso y calla la tristeza en una boca.
Delfina Acosta
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