Ninguna noche ha sido
Ninguna noche ha sido como anoche, Neruda, para ti; ¡los tibios besos que te ofreció Matilde, ya dormida en el camino largo de tu pecho! Mas anteanoche hallaste extraña lengua que te lamía con un duro fuego, y amaste a otra mujer, así, tumbado encima de su bata y de su pelo. También tuviste noches solitarias. Que el hombre se halle solo es siempre bueno, dijiste entonces, y arrimaste un ojo sin lágrimas al nácar del espejo. ¡Amores que tuviste! No hubo nadie a la que tú negaras, Pablo, un beso. A todas alcanzó tu ardiente sangre. Y todas con tu fama se vistieron. Te derramaste en cuanta forma hubiera y te quedabas siempre tan entero. La cita con tus novias noche a noche no fue atrasada; tú estuviste a tiempo. Ufano y puntual llegaste a todas. Y aún hoy llegas con el sur del viento. Pues ése es tu deber: llegar, quitarte besando a tu querida, tu sombrero.
Delfina Acosta
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