El espejo
Este espejo colgado a la pared, donde a veces me miro de pasada... es un estanque muerto que han traído a la casa. Cadáver de un estanque es el espejo: Agua inmóvil y rígida que guarda dentro de ella colores todavía, remembranzas de sol, de sombra... filos de horizontes movibles, de la vida que arde y pasa en derredor y vuelve y no se quema nunca... Vaga reminiscencia que cuajó en el vidrio y no puede volverse a la lejana tierra donde arrancaron el estanque, aún blancas de luna y de jazmín, aún temblorosas de lluvias y de pájaros, sus aguas... Esta es agua amansada por la muerte: Es fantasma de un agua viva que brillara un día, libre en el mundo, tibia, soleada... ¡Abierta al viento alegre que la hacía bailar...! No baila más el agua; no copiará los soles de cada día. Apenas si la alcanza el rayo mustio que se filtra por la ventana. ¿En qué frío te helaron tanto tiempo estanque vertical, que no derramas tu chorro por la alfombra, que no vuelcas en la sala tus paisajes remotos y tu luz espectral? Agua gris cristalizada, espejo mío donde algunas veces tan lejana me vi, que tuve miedo de quedarme allí dentro por siempre...Despegada de mí misma, perdida en ese légamo de ceniza de estrellas apagadas...
Dulce María Loynaz
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