La hija pródiga
¿Qué me queda por dar, dada mi vida? Si semilla, aventada a otro surco, si linfa, derramada en todo suelo, si llama, en todo tenebrario ardida.
¿Qué me queda por dar, dada mi muerte también? En cada sueño, en cada día; mi muerte vertical, mi sorda muerte que nadie me la sabe todavía.
¡Que me queda por dar, si por dar doy y porque es cosa mía, y desde ahora si Dios no me sujeta o no me corta las manos torpes mi resurrección...!
Dulce Maria Loynaz
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