Bajo amorosa sombre
Cúrame con tus manos, toca de mí el olvido que se fue acomodando entre los pliegues. No venga la tormenta a amordazar mis sueños, sólo esta lluvia suave, vespertina despierte en mí los pétalos dormidos. Desnúdame en silencio, hoja por hoja hasta dejar al descubierto el punto del estremecimiento. No debe haber estrépitos que vulneren la calma de mi piel tendida para ti como un estanque en donde sólo el toque de tus labios perturba la quietud. No quiero los platillos festejando con notas deslumbrantes la pasión de los cuerpos, ni los timbales ebrios apurando la noche; sólo la melodía de una flauta tenue pero sinuosa que adormezca con ritmo acompasado estos miedos que vas quitando al paso. Disuelve con tus dedos el dolor y sus máculas guardadas en rincones ocultos; que se adelgace el tiempo con tu humedad benigna hasta llegar al límite de lo que no ha sufrido magulladura alguna. Devuélvele la paz a mis palabras deseosas de ser playas donde arriben tus barcas sigilosas. Este amor en penumbra aluza más que el sol la gruta en que se había escondido una parte de mí, tal vez la más secreta. Acerca con prudencia toda tu voz, tus años, tu tibieza y cuídame despacio como una flor quebrada que revive por fin bajo amorosa sombra.
Carmen Villoro
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