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De: Amaly (Missatge original) |
Enviat: 09/04/2019 17:28 |
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si la incitáis al mal?
Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco el niño que pone el coco y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
Sor Juana Inés de la Cruz
Sor Juana Inés de la Cruz nació en un pueblo de México en 1651 y falleció en la capital de dicho país en 1695. Se destacó como una de las escritoras mexicanas más reconocidas del siglo XVII.
Se dice que con tan sólo tres años ya sabía leer y escribir con una facilidad inaudita. Estas capacidades la llevaron a codearse con los más altos jefes de la corte del Virreinato de España y, pese a ello, a los 16 años ingresó en el convento de las carmelitas descalzas de México y más tarde en la Orden de San Jerónimo, donde permaneció siempre.
No era una devota religiosa, en realidad su inclinación por la ordenación, estuvo relacionada con el deseo de no perder sus aficiones intelectuales, de impedir que se la convirtiera (como a todas las mujeres de su época) en una esclava del sexo opuesto, en una mártir de la cocina y las tareas de la casa.
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Gracias por traerla ... Es un orgullo para América y para nuestro idioma .-
Feliciano me adora y le aborrezco; Lisardo me aborrece y yo le adoro; por quien no me apetece ingrato, lloro, y al que me llora tierno no apetezco.
A quien más me desdora, el alma ofrezco; a quien me ofrece víctimas, desdoro; desprecio al que enriquece mi decoro, y al que le hace desprecios, enriquezco.
Si con mi ofensa al uno reconvengo, me reconviene el otro a mí ofendido; y a padecer de todos modos vengo,
pues ambos atormentan mi sentido: aqueste con pedir lo que no tengo, y aquél con no tener lo que le pido.
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