Iliá Krémer, veterano de la Gran Guerra Patria y doctor en historia, ha compartido con RT algunas de sus vivencias y su visión como participante e investigador de todos los eventos alrededor de la lucha contra la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.
En los primeros años de conflicto, Krémer, entonces un estudiante de 19 años, trabajó como constructor de fortificaciones y ayudó en la adecuación de trincheras antitanque para la defensa de Moscú. Según relata, se unió al frente de batalla tarde al ser rechazado en tres ocasiones por sus graves problemas de visión.
Sin embargo, la necesidad de enlistar más personal hizo que la URSS prestara menos atención a ciertas enfermedades y fue entonces cuando Krémer sirvió en las tropas de defensa antiaérea en Moscú y luego en el cuerpo de artillería antiaérea en Polonia. Finalmente, llegó hasta Berlín, donde tuvo la oportunidad de ver la caída de la capital de la Alemania nazi y "escribir su nombre en una de las columnas del Reichstag".
"Tuve que cumplir muchas funciones. Fui comandante de artillería, comandante de pelotón y ejercí como traductor [de alemán]. Después de la guerra me destinaron al Estado Mayor, donde copiaba los planos de los misiles alemanes V1y V2", narra.
Entre sus anécdotas durante su estadía en Alemania, Iliá asegura que en mayo de 1945 tuvo que pasar una noche de frío en un cuartel de Berlín de un búnker de artillería. "A mi alrededor, en el suelo, había capotes y mantas alemanas, pero no podía agarrar ninguna: las usaban los alemanes, los nazis. Era algo sucio, me daba asco. Así aguanté hasta la madrugada, sufriendo mucho y temblando", revela.
"El precio de la victoria espanta"
Krémer asegura que los jóvenes de su generación tenían una idea completamente "literaria" de la guerra y en realidad querían hacerse participes de ella. "Queríamos enfrentarnos cuanto antes a esos fascistas macabros y crueles (...) Nos educaban con la idea de que la guerra sería corta, victoriosa y no se desarrollaría en nuestro territorio".
El historiador admite que "el precio de la victoria espanta" y que es imposible no pensar en el horror y el sufrimiento, en las viudas y en los niños huérfanos. No obstante, el recuerdo más latente que conserva Iliá es que eran tiempos de "justicia y gran claridad", en los que todos sabían "quién era el enemigo y qué tenía que hacer cada uno".
"Durante la guerra siempre nos acompañó el sentimiento de la unidad del pueblo: la sensación de que no éramos individuos que estaban haciendo algo por su voluntad, sino que formábamos parte de algo grande y único", manifiesta.
¿Aprendió el mundo la lección?
El veterano no considera que una guerra de tales dimensiones vuelva a repetirse. Esto, gracias a la existencia de "democracias estables" que en teoría mantienen los tres poderes del Estado sin que uno se someta a otro. "Si surgiera una amenaza de este tipo se tomaría con una resistencia muy fuerte y sería repelida. Estoy completamente seguro de que la repetición de ciclo no aparecerá en este sentido".
Al respecto, Krémer no descarta la existencia de otras amenazas similares, como la proliferación de armas nucleares, en especial de las miniaturizadas, y la superpoblación. Por otro lado, piensa que el mundo debe centrarse en mejorar la calidad de vida y apoyar a la población que sufre un bajo nivel de bienestar.
"Vivimos en una época de ansiedad, de preocupación por el futuro, pero también de esperanza. Y esto no debería infundir tristeza sino llamarnos a la acción, a la recuperación del movimiento contra la guerra y a la desmilitarización", concluye.