¿Entonces dónde paramos? ¿Cuál es el verdadero castellano? A lo mejor, no hay ni mejor ni peor castellano, sino sencillamente un latín mal hablado. El origen de nuestro idioma como el de otras tantas lenguas romances habría que buscarlo en el latín, ahora bien ¿Qué latín hablamos?
Según estudios filológicos como los de Menéndez Pidal o Jorge Fernández Jaén el latín que triunfó en Hispania no era precisamente su vertiente culta y elevada, sino más bien un latín cotidiano. Es el latín que se ve en algunas líneas del Asno dorado de Apuleyo, o el que se trasluce en Cicerón, cuando dice “mi vetule” (mi viejo).
Un ejemplo sencillo es el origen de la palabra fuego, que en latín culto es “ignis” pero que deriva del latín vulgar “fŏcus” (que significa chimenea). Es decir, que si Ovidio viniese a nuestros días, consideraría que somos unos macarras hablando y si nosotros entendiésemos su latín nos parecería que hablase el mismísimo maestro Yoda.
El latín vulgar se aprecia en las inscripciones de los esclavos como ésta conservada en el museo arqueológico de Huesca. “Aunque con buena intención, no cojas lo que no es tuyo”.
Quizá otros autores hispanos como Quintiliano, Séneca, Lucano o Marcial no nos viesen tan raros y comprendiesen porqué hablamos así. Y es que el triunfo del latín vulgar, sumado a los restos de otras lenguas indígenas y los localismos propios de cualquier idioma hizo que existiese lo que podríamos llamar, un acento hispano, en el que destaca especialmente el de la bética, o lo que es lo mismo. El acento andaluz.
El abogado Aulo Gelio consideraba el latín hispano como rústico y bárbaro y Elio Espartiano reconocía que el emperador Adriano (de origen hispano) tenía acento ronco. Curiosamente los enemigos de este emperador le criticaron su provincianismo pero como terminó siendo el emperador romano más culto y helenizado, también lo criticaron por ser demasiado elevado (pejigueros los ha habido siempre).
Pero si hay una conexión genial entre las trifulcas actuales y las de hace siglos es la ocurrida en el senado cuando al morir el emperador Nerva ascendió al poder Trajano, un exitoso militar de origen hispano y bético a más no poder, pues su familia era oriunda de Itálica.
Se cuenta que en su primer discurso ante el senado muchos rieron su forma de hablar. Curiosamente de este emperador lo conocemos prácticamente todo por haber extendido el imperio hasta límites insospechados. Y sin embargo ¿qué sabemos del resto del senado?