ELLA EN LA LUZ
Lo llamó desde lo alto de la montaña que amaba.
Su voz llegó como un susurro a su corazón rebelde,
ese corazón prieto de rocío en los días de silencio.
A veces la llamaba.
A veces también lo amaba
aunque no sabía expresarlo,
aun cuando sus ojos se estremecían en su recuerdo.
El había sido el guardián de los ecos del silencio,
de su silencio,
de la voz presa en sus ojos temblorosos.
Ella había creado paraísos de sueño,
de sus sueños.
Se había elevado sobre la montaña,
sobre el mar,
sobre los pinos.
Ella estaba allí,
en el atardecer,
en su atardecer de luz y de esperanza.
El sol jugando con su cabello,
el viento acariciando su cuerpo,
la luz, su luz,
la magia y el recuerdo.
D/A