El río
Cae el día. La luz cede ante el pecho de la sombra. Es tiempo de que vaya al río para llenar mi cántaro. El rumor del agua me llama por el aire como una fresca voz aleteante. Iré al río por el crepúsculo melancólico. El viento se levanta, único pasajero por el camino solitario. Un largo estremecimiento se desliza sobre el agua. Voy hacia el río y no sé si llegaré. Tampoco sé si volveré. Me invade una vaga ansiedad... Quizá tenga de pronto un encuentro imprevisto... A lo lejos, en su barca, un hombre desconocido toca su laúd.
Tagore
|