Hallé en tu amor la esperanza perdida,
y surgió en mi vida una nueva razón.
Quizás fue el embrujo de tus ojos negros,
que le dijeron a tus labios:
“Róbale el corazón”.
Sin entender aún al caprichoso destino
el intenso placer pronto se volvió esquivo,
abriendo la puerta a un largo pesar,
donde la condena de un absurdo silencio
dejó mi alma clavada en la plaza del suspiro.
Desde entonces sé que inútilmente te espero.
Sé que dejo el corazón en los mil besos
que en sueños te doy en la boca.
Y que desde entonces soy, aunque no quiera
esclava de esos besos, esa es mi sinrazón.
Nunca tendiste tu mano, para calmar mi dolor
Pero a pesar de todo…
Te seguiré queriendo, te seguiré besando
hasta volverme loca o hasta que me devuelvas,
mi corazón que en sueños yo dejo en tu boca.
Ana…