CANDOR...
Azul... azul... azul estaba el cielo. El hálito quemaste del estío comenzaba a dorar el terciopelo del prado, en donde se remansa el río.
A lo lejos, el humo de un bohío, tal de una novia el intocado velo, se alza hasta perderse en el vacío con un ondulante y silencioso vuelo.
De pronto me dijiste: —El amor mío es puro y blando, así como ese río que rueda allá sobre el lejano suelo—
y me miraste al terminar, tranquila, con el alma asomada a tu pupila. Y estaba azul tu alma como el cielo.
Julio Flórez.....
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