Cristales empañados, murmullos tibios que a través de la lluvia llegan difusos en cicatrices blancas; pliegues celosos de las sabanas mustias. Rayos sombríos
de luna titilan colgando de un beso. Tararea el viento fantasmal sonata, descansa la noche en la ventana abierta de mi cuerpo caliente, en tus brazos preso.
En el piso, amarillo charco de luz flotando en el cosmos de un reloj vacío iluminando tu huella, impresa en espacio plagado de misterio. Voz de trasluz
y silencio que dibuja lento y toca aliento ígneo. El carmesí de mis labios, en sutil coqueteo y candores sabios te brínda el tentador cáliz de mi boca.