La vida es así; el encuentro de los opuestos. Este círculo del ying y el yang es mitad blanco y mitad negro. En la parte blanca hay un punto negro, y en la parte negra hay un punto blanco. El blanco se mueve hacia el negro, y el negro se mueve hacia el blanco; es un círculo. La mujer moviéndose hacia el hombre, el hombre moviéndose hacia la mujer . . . : así es la vida. Y si lo observas minuciosamente, lo verás dentro de ti.
A veces una mujer se vuelve hombre, y cuando lo hace ningún hombre puede competir con ella; se vuelve muy peligrosa, por lo que entonces es mejor que el hombre se rinda. Y eso es exactamente lo que hacen todos los hombres: se vuelven sumisos, se rinden. Porque el hombre tiene que convertirse inmediatamente en mujer, pues si no, habrá problemas. Dos espadas en el mismo lugar causarán problemas. Si la mujer se ha convertido en hombre, si ella ha cambiado el rol, inmediatamente el hombre se convierte en mujer. Así todo se restablece. Y de nuevo el círculo se completa.
Y siempre que un hombre se somete y se rinde, su rendición tiene una pureza con la que ninguna mujer puede competir; porque ordinariamente el hombre nunca adopta esta postura, este juego. Normalmente él se levanta y lucha. Normalmente él es voluntad, no sumisión. Pero cuando se rinde posee una inocencia con la que ninguna mujer puede competir. Mira a un hombre enamorado; se vuelve como un niño pequeño. Pero es así como se mueve la vida.
Osho.