

Ya no visto arapos de llanto que la condena me puso, estuve desnuda...Pasando los fríos, ahora me han abrigado con amorosa mano, los tules almidonados de la resistencia y valentía, siendo mi pelo alado, mi cuerpo ungido, mis manos llenas...
A mis pies la luna, a mi derecha el Sol, en mi vientre galaxias, en mi corazón la existencia, que reclaman su lugar, echando a la maldad, a la ignorancia, a su lugar de procedencia, os tapa y rechaza mi mano izquierda.
Rosario de Cuenca Esteban
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