Con las ramas como palos, parece que se han perdido los árboles que han estado todo el invierno dormidos; al llegar la primavera, el sol, que se asoma tímido, hace que la vida vuelva con los brotes renacidos, las flores que los adornan, los pájaros con sus trinos y en los jardines los juegos jubilosos de los niños. Igual que el árbol, el alma, al irse marchando el frío, revive con la esperanza de los campos florecidos.
José García Velázquez Segovia, 17 de abril de 2010
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