Cuando dos patos se pelean, al separarse
nadan en direcciones opuestas.
Después, los dos baten las alas con
fuerza varias veces para descargar el exceso
de energía acumulada durante la pelea.
Una vez que han sacudido las alas se van nadando
pacíficamente como si no hubiera pasado nada.
Si el pato tuviera una mente humana,
mantendría viva la pelea en sus pensamientos,
tejiendo historias.
Esta podría ser la historia del pato:
"no puedo creer lo que acaba de hacer,
se me acercó a menos de unos
cuantos centímetros, seguramente se cree
dueño del estanque, no tiene consideración
alguna por mi espacio privado.
Nunca más confiaré en él;
la próxima vez con seguridad tramará
otra cosa para molestarme, estoy seguro
de que ya está tramando algo pero
no lo toleraré; le daré una buena
lección que nunca olvidará".
Y así continúa la mente
tejiendo sus historias,
pensando y hablando sobre el asunto
durante días, meses y hasta años.
En cuanto al cuerpo, la lucha no ha
cesado y la energía que genera en respuesta
a todos esos pensamientos es emoción,
la cual da lugar a más pensamientos todavía.
Es lo que se convierte en el
pensamiento emocional del ego.
Es fácil ver lo problemática que sería
la vida del pato si tuviera una mente humana.
Pero es así como viven la
mayoría de los seres humanos.
Nunca ponen punto final a ninguna
situación o acontecimiento.
La mente y "mi historia" fabricada
continúan con su ciclo interminable.
Somos una especie que perdió su camino.
En toda la naturaleza, en cada flor o árbol,
en cada animal, hay una lección
importante para nosotros,
si tan sólo nos detuviéramos a observar y oir.
La lección del pato es la siguiente:
sacudamos las alas, es decir,
dejemos atrás la historia
y volvamos al único lugar donde reside el poder:
el presente.
Eckhart Tolle