La inquietud artera que te derrite;
Ese desasosiego que te roba la calma,
Que te quita el sueño y que te enferma el alma,
Es porque no perdonas,
Porque nunca olvidas.
En tu corazón haz levantado
Un castillo de piedras , con murallas de rocas,
Y tienes prisionero al que te ha hecho daño,
Al que te ha injuriado
Al que te ha ofendido.
Aprende a perdonar; no ates a nadie.
¿Para qué arrastras esas cadenas?
De por vida te unirán al que esclavizas.
Déjalo en libertad y recupera
Tu augusta paz y tu tranquilo sueño.
Acaso Dios a tí no te perdona?
Y no solo una vez,
Te ha perdonado siempre.
Y que derecho tienes tú sobre el que juzgas?
Perdónale, que a tí Dios te perdona.
No levantes murallas de rencores,
Construye puentes de perdón y amistad.
Y perdónate tú, que al perdonarte,
Estarás perdonando
A todo el mundo
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