CRISHSTMAS SINGULAR
Es muy difícil crear relatos fantásticos, especialmente, si han de abreviarse tanto como para que quepan en una página o a lo sumo dos. Han de suprimirse diálogos, eliminar personajes que no sean absolutamente imprescindibles, olvidarse de ahondar en reflexiones filosóficas y dejar para otras literaturas las descripciones de cualquier índole, tanto de paisajes como de personas, animales o cosas:, complicándose una barbaridad si en tales condiciones se ha de relatar un evento navideño; tal vez sea por esa dificultad que apenas existe literatura sobre este tema.,Sin embargo, cada año, desde que escribo, he tratado de satisfacer a mis lectores con una narración fantástica navideña y pese a las dificultades reseñadas, en esta ocasión quiero dedicaros este relato basado en hechos completamente irreales, aunque no lo parezca.
Hace algunos años, mientras veraneaba acompañado por mi esposa Maria, en la bonita población costera de Comarruga, vi a un niño parapléjico que se bañaba ayudado por su padre con el que entablé una discreta amistad después de coincidir en el hotel Casa Marti en diversas ocasiones. El buen hombre tenía cuarenta años de edad pero aparentaba veinte más, seguramente por los sufrimientos que le producían el problema de su vástago. Me contó que era viudo y que su hijo padecía una enfermedad incurable de la que fallecería en los próximos dos meses, según las conclusiones de varios médicos.
Un día, en la playa, observé que el joven escribía algo en un papel que introdujo en una botella, pidiendo a unos pescadores que se disponían a zarpar, la lanzasen al mar cuando se hallasen lejos de la costa, añadiendo que se trataba de un experimento para ver hasta donde llegaba y cuanto tiempo tardaría en ser recogida por alguien, si es que tal cosa llegaba a suceder, y aquel le contestase.
Tras oír tales explicaciones, el padre, procurando que su hijo no lo oyese, me dijo:-Pobrecito, donde estarán sus huesos cuando alguien le conteste, si es que eso pasa.
Después de aquellas vacaciones he ido a Comarruga bastantes veces y siempre pensé que aquel niño habría fallecido tal como vaticinaron los médicos.
Un día del año pasado, en diciembre, cuándo viajaba a bordo de un taxi de Barcelona me pareció reconocer en el taxista al señor aquel de la playa del que ya había olvidado su nombre. Acuciado por la curiosidad me atreví a preguntar ¿No es usted un señor que tenia un hijo muy enfermo al que conocí en Comarruga hace varios años?
El taxista me miró atentamente y al fin exclamó jubiloso: ¡Hombre Antonio, qué alegría me da volverte a ver! Vamos a tomamos algo en ese bar, si no tienes mucha prisa y nos contamos como va la vida.
Sentados ante la mesa de un bar, el taxista, que recordé que se llamaba Paulino, fue el primero en romper el silencio.
-Dime, Antonio., Que tal la familia?
-No puedo quejarme, aparte de algún resfriadillo de escasa importancia. ¿Y tú, que te cuentas?
Poniendo aire misterioso en las palabras, Paulino, se me acercó y dijo con voz apenas perceptible;--No sé si debería contarte lo que voy a decirte pero me inspiras la suficiente confianza para hacerlo Empezaré por informarte de que mi hijo se encuentra en perfecto estado de salud.
¿Acaso se equivocaron los médicos?—Pregunté asombrado.
--Los médicos no, lo que pasó fue un milagro, la suerte o el destino que así lo tenia escrito, no podría precisarlo pero los médicos no comprendieron tan repentina curación y yo nada les notifiqué por temor a los extraterrestres que me advirtieron que nada debería decir a los médicos, ni a ningún medio de comunicación, aunque si a mis amigos o familiares.
Ante estas últimas palabras debí poner una cara de asombro muy interesante ya que Paulino me estuvo observando unos instantes antes de retomar el relato con una sonrisa socarrona.
-- Como sé de tú afición por estos temas te contaré todo con el máximo detalle por si te sirve de algo para tus narraciones que leo siempre con sumo mi interés.
Tras la interrupción del camarero que nos preguntó que deseábamos tomar, mi amigo continuó su relato sin mermar el aire de misterio que ya me estaba impacientando.
--¿Recuerdas cuando mi hijo escribió un papel que metió en una botella y pidió a los pescadores que lo arrojasen en alta mar?
Lo recuerdo perfectamente... .Puedes continuar... .Estoy sobre ascuas por saber que pasó.
—Empezaré por decirte lo que había escrito en aquel papel, que era lo siguiente:
---Soy un niño que se está muriendo y mi padre que sabe lo que me gusta la playa me ha traído al pueblo de Comarruga en Tarragona, para que pueda disfrutar de ella antes de morir ya que apenas si me quedan dos meses de vida .Si alguien encuentra este mensaje antes de navidad le deseo que pase en compañía de su familia y de todo el mundo unas felices fiestas y un prospero año nuevo y si no es mucho pedir que rece una oración por mi.
Seria mi deseo conocer al que encontrase esta felicitación y pongo a continuación mi dirección para que al menos conozca a mi padre que es la mejor persona del mundo.
Después, terminaba el escrito con la dirección en Barcelona tal y tal etc. Etc.
Cuando llegó a estas últimas frases, Paulino se quedó muy emocionado y unas lágrimas rodaron por sus mejillas a la vez que su voz enronquecida enmudeció. Intentando aliviar el trance y darle un respiro, dije:
---¿Así que fueron unos extraterrestres los que encontraron la botella? Paulino, tragó saliva antes de proseguir.
No exactamente, la botella la llevaba fuertemente cogida un niño negrito que se estaba ahogando junto a su madre embarazada que luchaba denodadamente contra el furioso oleaje del estrecho de Gibraltar tratando de salvarse y salvar a su hijo a! que abrazaba desesperadamente a la vez que se sujetaban a los restos de la patera que había naufragado.
Durante varias horas de aquella oscura noche la madre intentó convencer al niño para que soltase la botella pero este le gritaba: —No la soltaré Yo la saqué del agua y el patrón de la barca cuando la leyó dijo que se la tenía que devolver al niño que la escribió porque sino se moriría. Así que ya lo sabes, tenemos que salvamos y salvaremos al niño que será mi amigo español.
Empezaba a clarear el día cuando a la altura de Tarifa., a varios kilómetros de la costa, los restos de la patera con Mara y su hijo aferrados y medio congelados fueron avistados desde más allá de la capa de ozono por unos extraterrestres que vigilaban el desarrollo de las guerras en nuestro planeta, según dijeron cuando se presentaron acompañando a Mara y al niño con la botella que contenía el curioso crhistmas.
Debo decir que no fue fácil que los extraterrestres decidieran intervenir en el salvamento, cosa que hicieron después de pedir permiso al estado mayor del planeta del que provenían, y no fue fácil tampoco lo que después aconteció.
Mara y su hijo, cuando ya creían que iban a morir ahogados sintieron que una potente fuerza de atracción les arrancaba del tablón al que estaban sujetos izándolos hasta ser engullidos materialmente por la nave interplanetaria.
Después, fueron sometidos a un corto proceso de reanimación y descongelación simultánea dentro de una especie de microondas gigante en el que podrían caber cien personas o más de ser necesario. De inmediato los extraterrestres se encariñaron con Timi el hijo de Mara al que gastaban bromas fingiendo que le querían quitar la botella, cosa que el no permitía de ninguna forma, asegurando que tendrían que matarlo antes porque su amigo se moriría si el no se la devolvía
--No sé como debieron inculcarle la idea de que devolviendo la botella el niño que la puso en el mar se salvaría, dijo un extraterreno importante, a lo que respondió otro no menos importante.
--Quizá fuese un error de interpretación puesto que tal vez el que leyó el papel no entendiera bien el español, aunque también pudo ser una acción premeditada a fin de entretener la imaginación de Timi en unas circunstancias tan tremendas con claro peligro de muerte.
--Pues lo que está claro es que debemos hacer algo por nuestro querido Timi, así que usted capitán SL77 y dos hombres más incluyendo al doctor ZXV97, bajaran a la tierra para curar al niño del crhistmas embotellado y presentaran a Mara y a su pequeño a esas personas advirtiéndoles que deberán ayudarles todo lo que puedan como si de familiares se tratase. Por otro lado ‘para facilitarles las cosas intercederemos ante las autoridades españolas con los medios especiales que tenemos para que sean provistos de los documentos necesarios para vivir en España o en cualquier país de la Comunidad Europea como residentes normales.
Y eso fue todo, días después, los extraterrestres vinieron a casa con Mara y Timi, el doctor curó a mi hijo poniéndolo dentro del circulo de un aro de metro y medio de diámetro aproximadamente, que puso en el suelo y que fue elevando de los pies a la cabeza del niño, operación que apenas duró un minuto, resultando mi hijo perfectamente sano en todos los sentidos pues inmediatamente, como por arte de magia le salió el pelo y se puso a caminar perfectamente.
Aquellas fueron unas navidades maravillosas.
--j,Y que fue de Mara y su hijo Timi? Pregunté lleno de curiosidad.
--Querrás decir y sus hijos pues ya tiene tres, Timi ,eI que ya estaba a punto de nacer y otro que ha tenido este año pues su marido vino después y viven en Nou Barris, felices y contentos, el, trabajando de albañil y ella con sus labores
Cuando me despedí de mi amigo Paulino, tras prometerle que iría a visitarlos en breve, un villancico sonaba por la radio del taxi, que decía ....Feliz Navidad, Feliz Navidad, Feliz Navidad, prospero año y felicidad.
FIN