EL DESPERTAR DE JOSÉ
Un despertar de párpados confusos
asolan a José,
carpintero del tronco de David.
Aguas turbias, espesas de recelos,
inundan sus raíces.
Sobre la espalda el peso de la niebla
le impulsa hacia la noche.
En su pecho aletean
palomas indecisas sin cobijo.
Por sus dedos incólumes
se derrocha la miel del panal virgen.
Ahogan su garganta
arpegios de dormidas primaveras.
Le emociona mirar tus ojos bellos,
el cintillo granate de tus labios
de lozanía cándida.
Se extravía su mente.
¿Cómo vivir o huir de aquella sombra
instalada en tu albura?
¿Cómo romper el muro, el hermetismo?
¿Acaso es el retoño de su tronco
tornasolado azahar en tu vidriera?
Los Libros lo atestiguan,
le perturba un conjuro de reflejos,
de sublimes fulgores.
Un vendaval sagrado le interroga.
Noticias de la luz
pueblan de resplandores sus contrarios,
calman su alborotado amargo mar.
La voz canta el misterio que se esconde
tras la puerta sellada.
Un bálsamo mirífico
solaza con ternura sus arterias.
Amantes golondrinas
arrancan los punzantes desvaríos.
Inmerso en el espacio luminoso
despeja sus incógnitas,
llena el cuenco vacío de sus manos
con el calor del nido.
Emma-Margarita R. A.- Valdés