Ahora que la vida brota en un silencio, que el cielo se expande en cada abrazo, que robamos camarotes al navío del tiempo para regresar al nuestro y tan solo, amarnos.
Ahora que el suspiro no viste puntapiés, ni vemos el revés al etiquetaje de un fonema, que no somos un poema ni nos morimos sin él, que todo lo que hay que ser lo somos sin problema.
Ahora que el día y la noche no cambian de vestido, que nos presentimos con el alma abierta y al raso, que al mirarnos volvemos a gozar el descubrirnos y nos volvimos donde nos aprietan las manos.
Ahora, sin antes ni después, apretémonos el alma donde la lluvia escampa para hacernos del sol, suspirando el amor que nos desnuda en su morada y en su remanso nos haga un hogar para dos.
Ahora que no toquen los timbales de los cuervos, ni un mal viento se registre en las comarcas de las próximas llamas que conquisten a versos nuestros sueños y el diámetro de sus alas.
DE LA RED
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