Una tarde, un niño y su padre se encontraban
pescando en un lago en las montañas
y era el día previo para el comienzo de
la temporada de róbalo, así que usaban
gusanos de carnada para atrapar percha
y pez sol. El niño decidió practicar su
lanzamiento usando un pequeño cabo
plateado, al momento que el cebo cayó
del agua, su vara se dobló por completo.
El y su padre reconocieron al instante que
algo enorme se había pegado al anzuelo.
Cuando por fin logró subir al bote el pez
más grande que había visto en toda su vida,
una gigantesca luna había salido sobre
el lago, sólo había un problema, el pez era un róbalo.
El padre del niño le echó un vistazo a
su reloj y vió que eran las 10:00 p.m.,
justo dos horas antes del comienzo oficial de la temporada de róbalo.
Hijo, vas a tener que echarlo al agua – dijo el padre.
El protestó diciendo : Pero nunca lograremos atrapar otro pez tan grande como éste.
Miró a su alrededor y vió que nadie más
estaba en el agua para observar la situación
, pero por el tono de su padre,
el sabía que no era un asunto que podía
discutirse. Cuidadosamente quitó el
anzuelo de la boca del pez y con mucha delicadeza lo regresó al agua.
El niño estaba en lo cierto, nunca ha
vuelto a pescar un róbalo tan grande,
pero lo que si recuerda es la lección que su padre le enseñó aquella noche :
LO CORRECTO HAY QUE HACERLO
NO SÓLO CUANDO ALGUIEN TE ESTE MIRANDO.
Los ojos de Dios están en todo lugar,
mirando a los buenos y a los malos. Proverbios 15:3.
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