Austera Copa
En las calles oscuras, muere la noche sin dejar huella alguna de su existencia; hay susurros suspendidos en el aire, cayendo en las veredas como ausentes. Hay un sonido de guitarra quieta y en el callado grito de sus cuerdas no nace la canción que ensordecida, golpea con sus notas la doliente madera. Cuanta miseria absurda ante los ojos heredamos del tiempo sin sentido. Acaso fuera necesario entonces, apurar el trago, del amargo vino, en la austera copa que, sobre la mesa caprichosamente aún espera.
Lilian E. De Marco
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