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La confianza se basa en la fe. Cuando confiamos nuestro corazón a otra persona, asumimos que no tratará deliberadamente de herirnos o de abusar de nosotros. Nos gustaría que la gente que amamos fuese honesta, digna de confianza y justa. Nos gustaría que fuesen responsables, pero, lamentablemente, esto no siempre es así. Dado que todos somos imperfectos y vulnerables, podemos decepcionar o ser decepcionados. En estas ocasiones cuando debemos recurrir a nuestra habilidad para perdonar, para que las heridas curen y la confianza sea restablecida.
Confiar implica olvidar el pasado y mirar hacia delante, intentando otra vez, siempre con la convicción de que el esfuerzo, por imperfecto que sea, vale la pena. Nuestra meta, después de todo, es... humana
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