Salmo 23: 3. “Confortará mi alma.
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”..
Confortará mi alma. Cuando el alma
está afligida, Él la restaura; cuando peca,
la santifica; cuando es débil, la corrobora.
Él lo hace. Sus ministros no podrían hacerlo
si no lo hiciera Él. Su Palabra no bastaría por sí sola.
«Él conforta mi alma.» ¿Hay algunos en
que la gracia haya sufrido un descenso?
¿Sentimos que nuestra espiritualidad se halla en su declive?
Él que puede transformar este bajo nivel
en una inundación, puede también
restaurar nuestra alma. Pídele, pues,
su bendición: «¡Restáurame, Pastor de mi alma!»
Él restaura el alma a su pureza original,
que había pasado a ser negra y hedionda
por el pecado; porque ¿qué bien habría
en pastos delicados con un alma apestosa?
Él la restaura al estado natural en los afectos,
que había sido deformado por la violencia de las
pasiones; porque, ¡ay! ¿qué bien habría en
«aguas de reposo» para espíritus turbulentos?
Él la restaura realmente a la vida, que había
pasado a ser muerte; y ¿quién puede
«restaurar mi alma» a la vida sino aquel
que es el Buen Pastor y que da su vida por sus ovejas?
Caminos de justicia. ¡Ay, Señor!, estos
«caminos de justicia» han sido desde hace
tiempo tan poco frecuentados que las
huellas en ellos apenas son visibles;
ahora resulta difícil hallar dónde se
encuentran los caminos de justicia,
y si se pueden hallar son tan estrechos
y llenos de rodadas que es imposible evitar el caer o perderse.
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