Ahora bien, al que trabaja,
el salario no se le cuenta
como favor, sino como deuda. — Romanos 4:4
La promesa esencial de las buenas
nuevas en Jesús es la de no tener que recibir lo que nos merecemos .
Encontramos gracia (favor) a los ojos del
Señor al escogernos a cada uno de nosotros,
no en los hechos de nuestras vidas. Aunque
nos ha parecido injusto cuando alguien
(más) ha sido el “favorito” de un entrenador,
maestro o jefe, nuestra indignación viene
del hecho de que él o ella
“no puede hacer nada malo” a los ojos del líder.
Podemos ver muchísimos casos en los que uno
de nuestros compañeros de equipo o de
trabajo está echando todo a perder,
y probablemente, la ceguera del
entrenador no puede ver nuestro excelente esfuerzo y desempeño.
Dios no está ciego; tampoco está de parte
de una persona para la desventaja de otra,
pero debido a Su gracia, “no podemos hacer
nada malo” a Sus ojos. Somos
Sus “favoritos”, y no hay razón para explicarlo.
En cuanto a Su amor por nosotros, podemos
aceptar o rechazar el haber sido escogidos
por Él. Pero no podemos hacer nada para
influir en Su elección, ya sea bueno o malo.
Es un poquito desconcertante para nosotros
los humanos recibir algo sin haber hecho
nada para merecerlo. Otra vez, nuestro
orgullo quiere ser capaz de señalar algunas
contribuciones que hayamos
hecho para llegar al punto en el que quedaron las cosas.
Pero si ganas algo por trabajar, se llama salario,
una recompensa o pago que se debe a ti, no es
gracia . Por esta razón, algunas personas luchan
con la gracia de Dios y por eso tú también
serás retado a través de tu caminar con el
Señor; nos cuesta trabajo pensar
en términos de otra cosa que no sea lo que merecemos.
La promesa esencial de las buenas nuevas
en Jesús es la de no tener que recibir los que nos merecemos.
Dios no lleva cuenta de tus malas obras o fracasos,
sin considerar si son intencionales o
accidentales, pero tampoco lleva cuentas
de tus buenas obras para después
recompensarte como si fuera un programa
de millas de viajero frecuente. La gracia te
libra de una deuda que no tienes esperanza
de pagar con tus medios. Pero no puedes ganar puntos con Dios.
Él te redime de tu vida antigua a tu vida nueva,
pero tú no puedes redimir cupones
espirituales o pagarés para ascensos adicionales.
Ah, claro, hay algo que se llama obediencia,
y después vamos a verlo más de cerca.
Pero éste es un punto de confusión
fundamental para muchos cristianos:
Se imaginan que la obediencia les gana
más favores con Dios. Eso no es cierto.
No ahora… no nunca. “El favor de Dios”
es la gracia: dos expresiones para exactamente la misma cosa.
La gracia nunca se gana o se pierde,
ni se aumenta o se disminuye como resultado de lo que hacemos.
Los hechos de la gracia de Dios,
y a dónde nos llevan, son siempre inexplicables.
Es por eso que se que Hoy, contaré con el favor de Dios por su gracia.
Señor, Gracias por amarme tan
como soy. Esa es tu gracia y favor infinitos. Amén.
Dr. Daniel A. Brown.