DOMINGO XXVIII
Mt. 22,1-14
Aquí habla Jesús del Reino de los cielos es decir, de la promesa de la Nueva Tierra que Dios ofrece a los hombres .Tierra que tiene que ir emergiendo con nuestro esfuerzo desde ahora, como la superficie de un continente sumergido y en el que se construya todo según los planos del Supremo Arquitecto y para servicio de todos sus habitantes. Esta Tierra Nueva , a la que estamos llamados, es explicada por Jesús como un gran banquete al que invita un rey con motivo de la boda de su hijo. Es preparado con generosidad y abundancia y nada ni nadie puede frustrar la fiesta de salvación y felicidad. La llamada es gratuita y está hecha para todos perdiendo únicamente aquel que se autoexcluye rechazando la invitación. Todos oirán la llamada pero aparecerán solamente los que tienen el corazón libre y en las manos nada que les pueda atar.
Pero…y yo, Señor, que me hago viejo, ¡qué duro resulta envejecer!
Ya no puedo correr ni andar deprisa, ya no puedo llevar pesadas cargas,
fíjate cómo estoy, ni siquiera la bolsa de la compra con cuatro cosucas.
Yo que siempre estaba el primero,Señor, para lo que hiciera falta pero ya no subo la escalera ni agarrado a la barandilla. No sirvo para nada. La memoria me falla y los ojos no ven otra cosa más que los títulos y de vez en cuando – sólo de vez en cuando- el rótulo del “Café Manolo”, donde nos juntamos siempre los mismos para hablar, ya sabes, Señor, de nuestras reumas y de la paga que cada vez la hacen más chica.
Me hago viejo, y los lazos de afecto
Anulados durante tantos años
Se aflojan uno a uno y a veces se rompen.
¡Hay que ver!..... Cada día me encuentro más solo.
Y alguno de mis amigos hasta te dicen que bueno
Que ya vale, que esta vida ya es inútil…….
Se equivocan, hijo mío, dice el Señor,
Y también tu que a veces, hasta le das la razón.
Para todos los hombres, vuestros hermanos
Sois necesarios, ¿O es que habéis desquiciado la vida
Convirtiendo la humanidad en campo de desguace?
Yo os necesito hoy igual que os necesitaba ayer.
Yo os amo hoy igual que os amé siempre y sabedlo:
Que cuento con vosotros,
Sí, aunque sientas a tu cuerpo herrumbroso, vieja máquina de ruedas chirriantes
Que se niega ya a servir
Y sabedlo, os quiero sobre todo para ESTAR
Aunque sea de un banco a otro
ESPERANDO con alegría y disponibilidad la invitación
Amorosa: “VENID BENDITOS DE MI PADRE A POSEER
EL REINO QUE OS TENGO PREPARADO”
“Porque tuve hambre y tuve sed, estuve enfermo y me encontré sin trabajo y….
Siempre……siempre supisteis ayudarme”.
Pero……. Sí, cuando lo hicisteis con el compañero, con el vecino con…..
lo hacíais conmigo.
¿ GRACIAS,SEÑOR,POR EL TIEMPO DE MI VIDA!