MADRE MÍA
De tu vientre, madre mía,
llegó la luz de mis días,
me colmaste de alegría,
regalándome la vida.
De tus ojos, dulce mirada,
amor siempre en entrega,
ofreciendo la mano primera
para cuando yo la precisara.
De tus manos mil caricias
repletas de tantas delicias,
entre sueños y quimeras
siempre estuviste a mi vera.
Con dulces besos de tu boca
a mi entera me llenabas,
con halagos me vestías
y de sueños me escoltabas.
Y en tu alma siempre tenías
mil castillos de galanes y damas,
para crearme fantasías
que, cada noche, me regalabas.
Y siempre a la vera mía
sin palabras ni reproches
regalándome una sonrisa
aun en los momentos peores.
Nunca conocí un mal gesto
que de tu rostro llegara,
ni un reclamo, ni un lamento
para que a mi no me dañara.
Y cuánto cariño me dabas
cuando a mi te aproximabas,
me colmabas de ternura
de esa que a todos brindabas.
A Dios le doy las gracias
por tenerte, madre mia,
y pido que si hay otra vida
estés a la vera mía...
Francis Falcón
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