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General: EVANGELIO DE HOY, SÁBADO 13 DE ABRIL DE 2013
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De: campitos0 (Mensaje original) |
Enviado: 14/04/2013 09:09 |
Sábado de la segunda semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7. Por aquellos días, como el número de los discípulos iba en aumento, hubo quejas de los llamados helenistas contra los llamados hebreos, porque según ellos sus viudas eran tratadas con negligencia en el servicio diario. Los Doce reunieron la asamblea de los discípulos y les dijeron: «No es correcto que nosotros descuidemos la Palabra de Dios por hacernos cargo de este servicio. Por lo tanto, hermanos, elijan entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu y de sabiduría; les confiaremos esta tarea mientras que nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la Palabra.» Toda la asamblea estuvo de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, que era un prosélito de Antioquía. Los presentaron a los apóstoles, quienes se pusieron en oración y les impusieron las manos. La Palabra de Dios se difundía; el número de los discípulos en Jerusalén aumentaba considerablemente, e incluso un buen grupo de sacerdotes había aceptado la fe.
Salmo 33(32),1-2.4-5.18-19. Buenos, festejen al Señor, pues los justos le deben alabar. Denle gracias, tocando la guitarra, y al son del arpa entónenle canciones.
Pues recta es la palabra del Señor, y verdad toda obra de sus manos. El ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su gracia.
Está el ojo del Señor sobre los que le temen, y sobre los que esperan en su amor, para arrancar sus vidas de la muerte y darles vida en momentos de hambruna.
Evangelio según San Juan 6,16-21. Al llegar la noche, sus discípulos bajaron a la orilla y, subiendo a una barca, cruzaron el lago rum bo a Cafarnaúm. Habían visto caer la noche sin que Jesús se hu biera reunido con ellos, y empezaban a formarse grandes olas debido al fuerte viento que soplaba. Habían remado como unos cinco kilómetros cuando vieron a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y se llenaron de espanto. Pero él les dijo: «Soy Yo, no tengan miedo.» Quisieron subirlo a la barca, pero la barca se encontró en seguida en la orilla adonde se dirigían.
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Comentario: Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez (Sitges, Barcelona, España)
Soy yo. No temáis
Hoy, Jesús nos desconcierta. Estábamos acostumbrados a un Redentor que, presto para atender todo tipo de indigencia humana, no dudaba en recorrer a su poder divino. De hecho, la acción transcurre justo después de la multiplicación de los panes y peces a favor de la multitud hambrienta. Ahora, en cambio, nos desconcierta un milagro —el hecho de andar sobre las aguas— que parece, a primera vista, una acción de cara a la galería. ¡Pero no!, Jesús ya había descartado el uso de su poder divino para buscar el lucimiento o el provecho personal cuando al inicio de su misión rechazó las tentaciones del Maligno.
Al andar sobre las aguas, Jesucristo está mostrando su señorío sobre las cosas creadas. Pero también podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por un mar embravecido en la oscuridad.
«No temáis» (Jn 6,20), les decía Jesús en aquella ocasión. «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengáis miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo.
Las mismas palabras que Jesús dirigía a Pedro y a los Apóstoles las repetía Juan Pablo II, sucesor de Pedro, al inicio de su pontificado: «No tengáis miedo». Era una llamada a abrir el corazón, la propia existencia al Redentor para que con Él no temamos ante los embates de los enemigos de Cristo.
Ante la personal fragilidad para llevar a buen puerto las misiones que el Señor nos pide (una vocación, un proyecto apostólico, un servicio...), nos consuela saber que María también —criatura como nosotros— oyó las mismas palabras de parte del ángel antes de afrontar la misión que el Señor le tenía encomendada. Aprendamos de ella a acoger la invitación de Jesús cada día, en cada circunstancia.
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