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General: Los Santos de hoy sábado 1 de junio de 2013
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: campitos0  (Mensaje original) Enviado: 01/06/2013 15:15
Los Santos de hoy sábado 1 de junio de 2013
 Justino, Santo
Mártir, Junio 1
 Aníbal María Di Francia , Santo
Presbítero y Fundador, Junio 1
 Juan Pelingotto, Beato
Terciario Franciscano, Junio 1
 Juan Bautista Scalabrini, Beato
Obispo y Fundador, 1 de junio
 Alfonso Navarrete, Beato
Mártir en Japón, Junio 1
 Iñigo de Oña, Santo
Abad, Junio 1
 Teobaldo Roggeri, Beato
Laico, 1 de junio



Justino, Santo
Mártir, Junio 1
 
Justino, Santo
Justino, Santo

Mártir

Martirologio Romano: Memoria de san Justino, mártir, que, como filósofo que era, siguió íntegramente la auténtica sabiduría conocida en la verdad de Cristo, la cual confirmó con sus costumbres, enseñando lo que afirmaba y defendiéndola con sus escritos. Al presentar al emperador Marco Aurelio, en Roma, su Apología en favor de la religión cristiana, fue conducido ante el prefecto Rústico y, por confesar que era cristiano, fue condenado a la pena capital (c. 165) 

Etimológicamente: Justino = Aquel que obra con justicia, es de origen latino.
Filósofo cristiano y cristiano filósofo, como con razón fue definido, Justino (que nació a principios del siglo II en FIavia Neápolis—Nablus—, la antigua Siquem, en Samaria, de familia pagana) pertenece a ese gran número de pensadores que en todo período de la historia de la Iglesia han tratado de hacer una síntesis de la provisional sabiduría humana y de las inalterables afirmaciones de la revelación cristiana. El itinerario de su conversión a Cristo pasa a través de la experiencia estoica, pitagórica, aristotélica y neoplatónica. De aquí el desemboque casi inevitable, o mejor providencial, hacia la Verdad integral del cristianismo.

El mismo cuenta que, insatisfecho de las respuestas que le daban las diversas filosofías, se retiró a un lugar desierto, a orillas del mar, a meditar, y que un anciano al que le había confiado su desilusión le contestó que ninguna filosofía podía satisfacer al espíritu humano, porque la razón es incapaz por sí sola de garantizar la plena posesión de la verdad sin una ayuda divina.

Así fue como Justino descubrió el cristianismo a los treinta años; se convirtió en convencido predicador y, para proclamar al mundo este feliz descubrimiento, escribió sus dos Apologías. La primera se la dedicó en el año 150 al emperador Antonino Pío y al hijo Marco Aurelio, y también al Senado y al pueblo romano. Escribió otras obras, por lo menos unas ocho. Entre ellas la más importante es la titulada Diálogo con Trifón, y se la recuerda porque abre el camino a la polémica antijudaica en la literatura cristiana. Pero las dos Apologías siguen siendo el documento más importante, pues gracias a estos escritos sabemos cómo se explicaba el cristianismo en ese tiempo y cómo se celebraban los ritos litúrgicos, sobre todo la administración del bautismo y la celebración de la Eucaristía. Aquí no se encuentran argumentos filosóficos, sino testimonios conmovedores de vida en la primitiva comunidad cristiana, de la que Justino está feliz de pertenecer: “Yo, uno de ellos...”. Semejante afirmación podía costarle la vida. Y, en efecto, Justino pagó con la vida su pertenencia a la Iglesia.

Había ido a Roma, y allí fue denunciado por Crescencio, un filósofo con quien Justino había disputado mucho tiempo. El magistrado que lo juzgó, Rústico, también era un filósofo estoico, amigo y confidente de Marco Aurelio. Pero para el magistrado, Justino no era más que un cristiano, igual a sus compañeros, todos condenados a la decapitación por su fe en Cristo. Todavía hoy se conservan actas auténticas del martirio de Justino.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 01/06/2013 15:16
Aníbal María Di Francia , Santo
Presbítero y Fundador, Junio 1
 
Aníbal María Di Francia , Santo
Aníbal María Di Francia , Santo

Presbítero y Fundador de
la Congregación de los Rogacionistas del Corazón de Jesús
y de las Hijas del Celo Divino

Insigne apóstol de la oración por las vocaciones

Martirologio Romano: En Messina, de Sicilia, en Italia, san Aníbal María Di Francia, presbítero, que fundó la Congregación de los Rogacionistas del Corazón de Jesús y las Hijas del Celo Divino, para rogar al Señor que dé santos sacerdotes a su Iglesia (1927). 

Etimológicamente: Anibal = Aquel que es beneficiado con la gracia de Baal1, es de origen fenicio-cartaginés.
Aníbal María Di Francia nació en Messina el 5 de julio de 1851 de la noble señora Anna Toscano y del caballero Francisco, marqués de S. Caterina dello Ionio, Vicecónsul Pontificio y Capitán Honorario de la Marina. Tercero de cuatro hijos, Aníbal quedó huérfano, tan sólo a los quince meses por la muerte prematura del padre. Esta amarga experiencia infundió en su ánimo la particular ternura y el especial amor a los huérfanos, que caracterizó su vida y su sistema educativo.

Desarrolló un grande amor hacia la Eucaristía, tanto que recibió el permiso, excepcional para aquellos tiempos, de acercarse cotidianamente a la Santa Comunión. Jovencísimo, delante del Santísimo Sacramento solemnemente expuesto, recibió lo que se puede definir «inteligencia del Rogate»: es decir, descubrió la necesidad de la oración por las vocaciones, que, más tarde, encontró expresada en el versículo del Evangelio: «La mies es mucha pero los obreros son pocos. Rogad (Rogate) pues al dueño de la mies, para que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38: Lc 10, 2). Estas palabras del Evangelio constituyeron la intuición fundamental a la que dedicó toda su existencia.

De ingenio alegre y de notables capacidades literarias, apenas sintió la llamada del Señor, respondió generosamente, adaptando estos talentos a su ministerio. Terminados los estudios, el 16 de marzo de 1878 fue ordenado sacerdote. Algún mes antes, un encuentro «providencial» con un mendigo casi ciego lo puso en contacto con la triste realidad social y moral del barrio periférico más pobre de Messina, las llamadas Casas de Avignone y le abrió el camino de aquel ilimitado amor hacia los pobres y los huérfanos, que llegará a ser una característica fundamental de su vida.

Con el consentimiento de su Obispo, fue a habitar en aquel «gueto» y se comprometió con todas sus fuerzas en la redención de aquellos infelices, que, se presentaban, ante su vista, según la imagen evangélica, como «ovejas sin pastor». Fue una experiencia marcada por fuertes incomprensiones, dificultades y hostilidades de todo tipo, que él superó con grande fe, viendo en los humildes y marginados al mismo Jesucristo y realizando lo que definía: «Espíritu de doble caridad: la evangelización y la ayuda a los pobres».

En 1882 dio inicio a sus orfanatos, que fueron llamados antonianos porque puestos bajo la protección de San Antonio de Padua. Su preocupación no sólo fue la de dar pan y trabajo, sino y, sobre todo, la de educar de forma integral a la persona teniendo en cuenta el aspecto moral y religioso, ofreciendo a los asistidos un verdadero clima de familia, que favorece el proceso formativo para hacerles descubrir y seguir el proyecto de Dios. Hubiera querido abrazar a los huérfanos y a los pobres de todo el mundo con espíritu misionero. Pero, cómo hacerlo? La palabra del Rogate le abría esta posibilidad. Por eso escribió: « ¿Qué son estos pocos huérfanos que se salvan y estos pocos pobres que se evangelizan frente a millones que se pierden y están abandonados como rebaño sin pastor?... Buscaba un camino de salida y lo encontré amplio, inmenso en aquellas adorables palabras de nuestro Señor Jesucristo: Rogate ergo... Entonces me pareció haber hallado el secreto de todas las obras buenas y de la salvación de todas las almas».

Aníbal había intuido que el Rogate no era una simple recomendación del Señor, sino un mandado explícito y un «remedio inefable». Motivo por el cual su carisma es de valorar como el principio animador de una fundación providencial en la Iglesia. Otro aspecto importante para hacer resaltar es que él precede a los tiempos en el considerar vocaciones también aquellas de los laicos comprometidos: padres, maestros y hasta buenos gobernantes.

Para realizar en la Iglesia y en el mundo sus ideales apostólicos, fundó dos nuevas familias religiosas: en 1887 la Congregación de las Hijas del Divino Celo y diez años después la Congregación de los Rogacionistas. Quiso que los miembros de los dos Institutos, aprobados canónicamente el 6 de agosto de 1926, se comprometieran a vivir el Rogate con un cuarto voto. Tanto que el Di Francia escribió en una súplica del 1909 a S. Pío X: «Me he dedicado desde mi primera juventud a aquella santa Palabra del Evangelio: Rogate ergo. En mis mínimos Institutos de beneficencia se eleva una oración incesante, cotidiana de los huérfanos, de los pobres, de los sacerdotes, de las sagradas vírgenes, con la que se suplican a los Corazones Santísimos de Jesús y María, al Patriarca S. José y a los Santos Apóstoles para que quieran proveer abundantemente a la Iglesia de sacerdotes elegidos y santos, de obreros evangélicos de la mística mies de las almas».

Para difundir la oración por las vocaciones promovió numerosas iniciativas, tuvo contactos epistolares y personales con los Sumos Pontífices de su tiempo; instituyó la Sagrada Alianza para el clero y la Pía Unión de la Rogación Evangélica para todos los fieles. Creó el periódico con el significativo título «Dios y el Prójimo» para implicar a los fieles a vivir los mismos ideales.

«Es toda la Iglesia — escribe él — que oficialmente tiene que rezar por este fin, ya que la misión de la oración para obtener buenos obreros es tal que ha de interesar vivamente a cada fiel, a todo cristiano, que le preocupe el bien de todas las almas, pero en particular a los obispos, los pastores del místico rebaño, a los cuales fueron confiadas las almas y que son los apóstoles vivientes de Jesucristo». La anual Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, instituida por Pablo VI en 1964, puede considerarse la respuesta de la Iglesia a esta intuición suya.

Grande fue el amor que tuvo por el sacerdocio, convencido que sólo mediante la obra de los sacerdotes numerosos y santos es posible salvar a la humanidad. Se comprometió fuertemente en la formación espiritual de los seminaristas, que el arzobispo de Messina confió a sus cuidados. A menudo repetía que sin una sólida formación espiritual, sin oración, «todos los esfuerzos de los obispos y de los rectores de los seminarios se reducen generalmente a una cultura artificial de sacerdotes...». Fue él mismo, el primero, en ser buen obrero del Evangelio y sacerdote según el corazón de Dios. Su caridad, definida «sin cálculos y sin límites», se manifestó con connotaciones particulares también hacia los sacerdotes en dificultad y las monjas de clausura.

Ya durante su existencia terrenal fue acompañado por una clara y genuina fama de santidad, difundida a todos los niveles, tanto que cuando el 1 de junio de 1927 falleció en Messina, confortado por la presencia de María Santísima, que tanto había amado durante su vida terrenal, la gente decía: «Vamos a ver el santo que duerme». Los funerales fueron una verdadera y propia apoteosis, que los periódicos de la época puntualmente registraron con artículos y con fotografías. Las autoridades fueron solícitas en otorgar el permiso de enterrarlo en el Templo de la Rogación Evangélica, que él mismo había querido y que está dedicado precisamente al «divino mandato»: «Rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a su mies».

Las Congregaciones religiosas fundadas por el Padre Aníbal están hoy presentes en los cinco Continentes comprometidas, según los ideales del Fundador, en la difusión de la oración por las vocaciones a través de centros vocacionales y editoriales y en la actividad de los institutos educativos asistenciales a favor de niños y muchachos necesitados y de sordomudos, centros nutricionales y de salud; casas para ancianos y para madres solteras; escuelas, centros de formación profesional, etc.

La santidad y la misión de Padre Aníbal, declarado «insigne apóstol de la oración por las vocaciones», son hoy profundamente apreciadas por quienes se han compenetrado de las necesidades vocacionales de la Iglesia.

El Sumo Pontífice, Juan Pablo II, el 7 de octubre de 1990 proclamó a Anibal Di Francia Beato y al día siguiente lo definió: «Auténtico precursor y celoso maestro de la moderna pastoral vocacional». La canonización fue el 16 de mayo de 2004.


1Baal: un dios de la religión púnica.


 
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