El Cielo siempre se ha preocupado de dar a su rebaño lo necesario y aún más para su realización, para que llegue a ser lo que Dios desea que sea. Pero el pueblo no siempre responde a las muchas gracias que el Cielo da, menospreciándolas y hasta desmereciéndolas.
Surgen líderes en el mundo que os gobiernan para sus propios intereses y creéis inmediatamente sus mentiras y creéis sus artimañas y el Cielo os habla y os da sano alimento para vuestro bien, el de vuestra familia y vuestra paz, y rechazáis sus mensajes.
¿Cómo podéis estar tan equivocados? ¿Dónde están vuestras luces? No creéis las cosas de Dios Todopoderoso y os dejáis embaucar por lideres terrenales que solo buscan sus intereses importándoles muy poco, o nada, los vuestros. Habéis cambiado la adoración a Dios por la adoración del becerro de oro, y os rendís ante esa falsa imagen que vosotros mismos habéis creado (votado)
No defendéis las leyes justas y magnánimas de Dios y os volcáis y empleáis vuestras fuerzas y tiempo, en leyes injustas y satánicas que no os abrirán las puertas del Cielo.
Vuestros días pasan pero no os convertís a Dios, dejando de lado Su doctrina, la doctrina de un Dios que se hizo Hombre, uno como vosotros y os trajo bienes infinitos, pero no los queréis, no queréis el maná del Cielo, queréis los pedazos de pan revenido y duro que os ofrece esta sociedad podrida.
Daréis cuenta de tanta insensatez, pagareis muy caro vuestro rechazo a Dios y sus leyes, esa es la pena que sentimos en el Cielo, que ofreciéndoos alimentos eternos y sanos, preferís el alimento perecedero y putrefacto.
¡DADME DE BEBER!
Es Jesús de Nazaret quien nos pide de beber. Y nos pide agua limpia de nuestras rectas intenciones. Amor desinteresado. Entrega verdadera e incondicional. Fe maciza, auténtica, fe en la pruebas, en la noche oscura del alma. Esperanza en El y en su Divina Providencia. Él, Jesús de Nazaret, nos pide de beber. Calmemos su sed.