EL CAMINO SEÑALADO
Un paso. Otro paso. Uno más. La marcha se hace lenta. Cuesta caminar.
La subida es empinada. El sendero no está marcado. Contemplando las estrellas
todo se vuelve más fácil. No estamos solos. ¿Hacia dónde vamos? ¿Por qué tanta
gente permanece indiferente? Subir aporta claridad, pero hacerlo requiere un
esfuerzo que muchos no están dispuestos a realizar.
La seguridad se paga con la libertad. Debemos seguir andando. Hay que aprender
a confiar. El camino señalado es invisible. Sólo el corazón puede verlo.
Sentir es la clave para seguir avanzando hacia la luz.
A medida que ascendemos las estructuras se esfuman. Hay que permanecer
alertas. Nunca se sabe de qué manera se presentará el próximo desafío. Las
pruebas son una constante que nos ayudan a elevar.
Hombro con hombro, alma con alma, así, juntos, todo se hace más simple.
Creen que estamos locos por querer que la paz y la armonía retornen a la Tierra.
Cantemos. Que nuestras manos se unan bien alto, para que desde el valle de
lágrimas vean que marchamos unidos en el amor, irradiando la energía de una
nueva Humanidad. No somos mejores ni peores que los demás. Sólo buscamos
no vivir en la inconsciencia. Se necesita coraje, fe y actitud para seguir
peregrinando. La maestría del corazón nos guía. Podemos no verlos, pero estamos
acompañados. Seres de luz nos protegen. No aflojes. ¡Ánimo! Toma mi mano y
ponte en pie. Piensa en lo majestuoso que será llegar a la cima. Disfrutemos del
silencio. Contemplemos el paisaje.
No hacen falta las señales.
Nuestros espíritus saben, que aunque no haya carteles indicadores,
¡éste es el camino señalado!.
Julio A. Pagano
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