Miedo de lo que podríamos no ser capaces de hacer.
Miedo de lo que podrían pensar si lo intentamos.
Dejamos que nuestros temores se apoderen de nuestras esperanzas.
Decimos que no, cuando queremos decir que sí.
Nos callamos cuando queremos gritar y gritamos con todos cuando deberíamos cerrar la boca.
¿Por qué? Después de todo sólo vivimos una vez.
No hay tiempo de tener miedo.
Entonces basta.
Haz algo que nunca hiciste. Atrévete.
Olvídate que te están mirando.
Intenta la jugada imposible. Corre el riesgo.
No te preocupes por ser aceptado.
No te conformes con ser uno más.
Nadie te ata. Nadie te obliga.
Se tú mismo.
No tienes nada que perder y todo, todo, todo por ganar.
Muchas veces creemos en el destino.
Rezamos, esperamos que las cosas pasen y nos olvidamos de lo más importante:
¡Creer en nosotros mismos!
Nos conformamos en vez de arriesgarnos.
Sin pensar que cada día que pasa nunca volverá.
Nada está escrito. Nada está hecho.
Ni siquiera lo imposible.
Todo depende de nuestra voluntad.
De esa fuerza que nos sale de adentro.
De decir "si puedo" a cada desafío.
A/D