El desarrollo del ser humano consiste en el paso de un estado de conciencia a otro. Es una sucesión de expansiones, un desarrollo de la facultad perceptiva que lleva la conciencia centralizada en el yo inferior hacia niveles superiores hasta llegar a la divinidad. Dentro de este contexto, la iniciación es la entrada en la vida espiritual o el paso hacia una nueva etapa de esa vida, y es parte del proceso normal del desarrollo evolutivo. Implica la capacidad de ver, oir y comprender, de sintetizar y correlacionar el conocimiento, dando por resultado un progreso y expansión.
Esta expansión conduce a una crisis. En esta crisis, donde es necesaria la ayuda de un maestro, tiene lugar el acto de iniciación que (actuando sobre un centro en particular), eleva la vibración de los cuerpos y permite obtener un nuevo ritmo.
El Sendero de Aprobación.
Es la etapa previa a las iniciaciones y comienza cuando el ser terminó de incorporar sus cuerpos físico, emocional y mental y siente que hay algo más pero no sabe qué es. Entonces se mete con cualquier cosa que tenga que ver con lo espiritual y se convierte en "buscador"; sea donde sea, le van a decir que emita energía positiva, la cual se le va acumulando en el cuerpo causal.
Esta energía acumulada en el causal tiene por objeto eliminar patrones mentales, dando así apertura mental. Esta fase puede durar varias vidas, en las cuales se dice que uno trabaja como auxiliar invisible. Cuando el cuerpo causal tiene una cantidad determinada de energía positiva, llega el momento de la primera iniciación.
El Discipulado.
Es una etapa intermedia, y podríamos decir que abarca las primeras cuatro iniciaciones.
Un discípulo debe comprometerse a servir a la humanidad y colaborar en el plan de los Grandes Seres; comprende la vida o aspecto fuerza de la naturaleza y no le atrae la forma. Se reconoce como un centro de fuerza y tiene la respondabilidad de dirigir la energía que fluye a través de él hacia los canales por los que pueda beneficiar a los demás.
Un discípulo tiene distintos objetivos, entre ellos:
Transferir su conciencia desde lo personal a lo impersonal
Pureza de vida en forma práctica
Liberarse de la preocupación
Cumplimiento de sus obligaciones y debida atención a las deudas kármicas
Trabajar en la construcción de un cuerpo físico que le sirva como mejor vehículo para la fuerza.
Debe aprender a permanecer silencioso ante el mal y el sufrimiento, y sin perder tiempo en quejas inútiles ponerse a trabajar para aligerar esa carga. Debe hablar sólo cuando sea necesario, dar estímulo y emplear la palabra con fines constructivos. Alcanza ese punto donde nada de lo que ocurre altera su calma interna, donde reconoce y experimenta la paz verdadera. Quienes persisten en su esfuerzo logran rápidamente su objetivo, y entonces todo cuanto aparece es para bien; tanto los éxitos como los aparentes fracasos, los cuales están para ser transmutados y así poder dar un paso más.
A medida que el aspirante progresa se lo reconoce como una fuerza en el mundo, se lo aprecia como individuo y los hombres recurren a él para ser ayudados. Puede dar esta ayuda mediante la escritura, la palabra hablada, la enseñanza, la música y el arte, llegando por estos medios al corazón de los hombres y convirtiéndose así en auxiliar y servidor de su raza.