Existimos desde siempre, desde la Eternidad, inmersos en los bajos profundos de la Creación, como vida latente. La vida surge de las tinieblas al contacto con la luz, como surge el loto del pantano infecto, con su corola impoluta de suaves, delicadas tonalidades, con su perfume leve que es su Alma y sube al Infinito como ofrenda santísima hacia el Trono de Luz del Perfecto Amor.
La Luz se manifiesta a través de hilos sutilísimos que bajan hasta la oscuridad trayendo en su extremo un átomo, el “átomo inicial” de toda vida, el cual se engarza en una partícula de materia, compuesta también de átomos, dándole individualidad y trayéndola a manifestación como vida en evolución. Así nace la monada, cuando este átomo que se llama “el átomo nous” entra en el Reino Animal.
Venimos emergiendo del lodo de la Creación hacia la Luz en proceso de perfección ininterrumpido. Cuando hayamos superado el lodo, cuando nuestros átomos se vuelvan todo Luz, ese es el momento de nuestra Ascensión. Habremos alcanzado nuestra meta. La Luz no obedece a la Ley de Gravedad, ella se mueve libremente en el espacio, es antimateria, es Espíritu.
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Para recordar:
Aprende del Loto, que del más infecto lodo emerge con sus pétalos inmaculados.
Somar La Roca