EL CÁLIZ DE SANACIÓN (VII)
(Enero de 1954)
La Conciencia Crística de Sanación es la actividad de la Compasión Divina, Misericordia y Perdón, y dichas Cualidades Divinas están investidas en los generosos y bellos corazones de esos dulces hijos e hijas del Cielo, quienes voluntariamente han respondido a las oraciones que fluyen constantemente de los enfermos, de los angustiados y de los perturbados entre los transeúntes en esta estrella oscura.
A la gente del Hemisferio Occidental, quizás el más conocido y amoroso de estos seres compasivos es la bella María, la amada Madre del Maestro Jesús.
En el Hemisferio Occidental, la reconocida Diosa de la Misericordia y Compasión es la Amada Kwan Yin. Reunidos en sus cortes y templos se encuentran legiones de bellos espíritus, seres angélicos y Maestros de Luz y Amor, cada uno de los cuales es una presencia ministradora de sanación y confort, quien atrae a estos templos la siempre-fluyente esencia de Bienestar y Perfección desde el Corazón de Dios, dispensándolos en respuesta a llamados y oraciones de los hijos de la Tierra.
Al invocarme a Mí, su Dios-Padre-Madre, ustedes reciben las dulces ministraciones de Mis Confortadores. Son ellos los que acopian las oraciones que emanan de los corazones, y las suben a Mi Presencia, ya que muchas de estas peticiones y llamados son demasiado frágiles, tímidos e inciertos para encontrar su camino más allá del aura de los individuos de cuyos corazones se elevaron.
Dentro de sus propios corazones, Amados Míos, mora Mi Llama Triple de Verdad Eterna, la cual en realidad le da a ese corazón el ritmo y la energía para palpitar. Su sanación, su felicidad y su paz se encuentran dentro del centro flamígero de Mi Ser, enfocado dentro de sus corazones. Ustedes han olvidado Mi Presencia allí, por lo que le han negado a su Dios-Padre-Madre el derecho, la autoridad y el poder para sostenerlos en la dulzura de su propia perfección -tal cual fueran ustedes concebidos. Permanecemos pacientemente a la espera de que el amor magnético dentro de Nuestros corazones, a través de las ministraciones de Nuestros ayudantes celestiales, finalmente los atraigan a ustedes a lo largo del Sendero de Luz que los conduce a Casa. Benditos sean los Mostradores-del-Camino.
Benditos por siempre son aquellos cuyas energías se gastan en vendar las heridas, aliviar su frente afiebrada y animar al espíritu que desmaya.
Permitan que los ángeles y querubines de la sanación habiten entre ustedes, ministrando en y a través de ustedes la compasión y la misericordia de los Corazones del Cielo. ¡Permitan que el Cristo renazca AHORA en ustedes, y que sea la Presencia Maestra en pleno comando por siempre!
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