Hay una anécdota en el Lejano Oeste que conlleva una maravillosa
lección:
Cuenta que una partida de cazadores , habiendo sido llamados fuera de
su campamento, dejaron la fogata desatendida, con una tetera de agua
hirviendo sobre ella. Poco después un viejo oso sale arrastrándose de
los árboles viendo la tetera con la tapa bailando, rápidamente se
apoderó de aquella. El agua hirviendo lo quemó de gravedad, pero en
vez de arrojar la misma instantáneamente, procedió a abrazarla
apretadamente. Esta es la idea que tiene un oso de la defensa.
Por supuesto, tanto más estrechamente él abrazaba la tetera más lo
quemaba, y más que lo quemaba, el más la abrazaba y así en un círculo
vicioso, hasta la ruina del oso.
Esto ilustra perfectamente la forma en que mucha gente abraza sus
dificultades a sus pechos, por repetirlas constantemente contra sí y
contra otros.
Cuando sea que te atrapes pensando acerca de tus quejas, di para ti
mismo severamente: “El oso abraza la tetera”, y en vez de eso piensa
en Dios. Te sorprenderás cuan rápidamente algunas antiguas heridas
sanan.
Mis ojos estás siempre hacia Jehová, porque El sacará mis pies de la
red ( Salmo 25:15)