Virtudes:
Devoción
Concentración mental
Ternura
Intuición
Reverencia
Efectos sobre patrones mentales a transmutar:
Amor egoísta y celoso · Dependencia de los demás · Parcialidad y autoengaño · Sectarismo, superstición, prejuicios · Arranques de ira, impulsividad
Virtudes a adquirir:
· Fortaleza · Autosacrificio · Pureza · Veracidad · Tolerancia · Serenidad · Equilibrio · Sentido común
El idealismo-devoción:
La energía del sexto rayo se manifiesta como devoción, la voluntad persistente de ampliar el nivel más elevado de conciencia. La manifestación de la energía devocional tiene muchas finalidades, entre ellas la de preparar al niño para el conocimiento superior. Al quedar envuelto por el sentimiento devoto, el niño no distingue defectos ni limitaciones en la persona a la cual admira, permaneciendo abierto hacia la misma en cualquier circunstancia. Esa es la devoción en su ciclo más primario; es la semilla que planta la naturaleza en el Ser, contraria al espíritu de crítica y esencial para el futuro progreso espiritual. La energía de la devoción pasa por un proceso donde la devoción por un individuo se va transformando en devoción por el conocimiento.
En la etapa siguiente se descubre a través de cierto esfuerzo una fuerte capacidad de concentración, que con el tiempo se transforma en concentración espontánea y empiezan a desaparecer los apegos por los libros y las ideas en sí. El sentimiento de devoción a la verdad nos conduce directamente a aquello que enfocamos, cuando no permitimos que los elementos secundarios nos dispersen. Esta energía está ligada al cuerpo emocional, al plexo solar, por lo cual hay que ver la forma de que ese nivel tan fluido de las emociones humanas no interfiera con esa energía.
¿Qué hacer para que el plexo solar esté bajo control? ¿Cómo evitar que se diluya la energía de la devoción que nos acompaña desde el nacimiento y purificar nuestros cuerpos para que podamos recibirla?
La estrategia a emplear es la de transferir la energía emocional del plexo solar hacia el centro del corazón, lo cual insume algún tiempo para realizarlo. Este proceso comienza tan pronto se inicia el desarrollo mental en el individuo.
Los ciclos por los que pasamos a través de la energía de la devoción son, por lo tanto, visibles. Primero tenemos veneración por alguna persona o cosa; después eso se transfiere a una idea o ideal, seguido por el esfuerzo para mantenernos nítidos. La insistencia en la meta, efecto de la energía de la devoción en nosotros, produce una crisis que conduce al desapego de las formas y posteriormente sobreviene la apertura hacia la vida total.
Cuando ya somos maduros, la devoción nos lleva a renunciar a cierto objeto sin mostrarnos previamente cuál es el próximo paso. Así somos ejercitados para actuar incondicionalmente, sin esperar sustitutos y sin apuntar a cosa alguna más allá del amor.
Adviértase pues que esta energía presupone un amplio campo de trabajo. Ser devoto, y al mismo tiempo permanecer separado del objeto de la devoción, es algo que hay que aprender a través de pruebas bien conocidas. Cuando sucede que somos llevados por una fuerza superior y nos desliga compulsivamente del objeto de devoción, si eso se comprende como un hecho positivo, nos sentimos liberados; nada se perdió, sino que se reformuló y reconstruyó.
La energía del sexto rayo construye y, al mismo tiempo, destruye. Somos construidos como verdaderos devotos al vernos destruidos en nuestros objetos de veneración, a fin de que en nosotros pueda actuar la esencia real de cada uno de ellos, y no su apariencia.