Venimos a este plano a aprender y a lo largo de nuestra vida vamos recorriendo diferentes etapas divididas en períodos de siete años.
El cuadro que se muestra a continuación lo arman los orientales a partir de las sensaciones.
Yo actúo, Yo siento, Yo pienso, etc. Cada uno de ellos coincide con la incorporación de cuerpos.
Las aperturas mentales más importantes se dan a los 7, 14, 21 y 33 años, siendo esta última la más importante de todas.
El cuerpo físico se renueva cada 7 años, el emocional y el mental probablemente a intervalos más cortos.
Cuando un niño nace, y hasta los 7 años, predomina el cuerpo físico
(Yo actúo); es la época de aprender y experimentar con el cuerpo. Por eso los chicos a esa edad necesitan moverse, correr, trepar, etc.
En esta etapa los chakras activados son el básico y el esplénico.
De los 7 a los 14 actúa el emocional (Yo siento); es la época de aprender a relacionarse con la familia, los maestros, los amigos; también hay tendencia a lo religioso, a querer saber y/o participar.
Los chakras que se activan en esta etapa son el plexo solar y el cardíaco.
De los 14 a los 21 se incorpora el mental (Yo pienso), y es un ciclo básicamente de estudio y de elección con respecto a la vocación o a lo que le gustaría desarrollar más adelante como profesión o actividad.
Los chakras activados son el laríngeo y el tercer ojo.
De los 21 a los 33, diríamos que es una de las etapas más importantes donde se consolidan el matrimonio o la pareja y al mismo tiempo la actividad y la forma de generar bienes materiales.
A los 33 años, sería como haber incorporado todos los cuerpos y ya, asumir la plena responsabilidad con nosotros mismos y con los demás, tomar conciencia de que estamos aquí para hacer algo para nosotros y para los otros.
Durante toda nuestra vida podemos tener aperturas mentales, digamos que en la primera etapa, es donde los cambios se manifiestan más notablemente y de acuerdo a cómo se haya vivido la misma, será también nuestra vida como adultos.
Algunas veces, cuando nos acercamos a una nueva etapa, podríamos entrar en una pequeña crisis como, por ejemplo, a los 40 años donde generalmente nos vemos obligados a reacomodar o a hacer algunos cambios en nuestra vida.
A partir de los 60 años puede ocurrirnos dos cosas:
Por un lado podría empezar a producirse una suerte de "cristalización". Esto ocurre cuando reiteradamente nos hemos negado a resolver conflictos que se nos presentaron y que formaban parte de nuestro aprendizaje.
Por ejemplo, una persona a la que le costaba mucho aceptar que no solamente su forma de pensar era válida, sino que podía haber otras tanto o más justas y efectivas; en la vejez seguramente, no solamente estará convencida de que es la dueña de la verdad, sino que se negará a escuchar cualquier otra opinión.
Se hace como un acento en los patrones mentales. O sea, si yo fuera inseguro, esta inseguridad podría acentuarse en la vejez.
Por el contrario, si se ha vivido más abiertamente, animándonos a enfrentar, a veces situaciones difíciles, entendiendo que cada cosa que nos pasa en nuestra historia es para ser cada vez mejores, nos convertiremos en viejos sabios y felices y con algo importante para enseñar a cada ser que esté a nuestro lado.
Se puede ver claramente que hay dos grandes períodos bien marcados en nuestra vida:
El primero corresponde a "la siembra" y el segundo a "la cosecha"