De ahora en adelante cada vez que tu anatomía
quiera manifestar algún desperfecto:
así como cada vez que te venga una
de esas ideas erradas de temor a perder
o dañársete una facultad dirás cortesmente,
pero con firmeza:
“NO. NADA DE ESO. NO QUIERO.
TÚ EXISTES PARA MI CONVENIENCIA,
PARA SERVIRME,
Y DIOS NO HACE UNA IDEA IMCOMPLETA.
GRACIAS, NO LO NECESITO,
NO ME SIRVE PARA NADA UNA IDEA TAN ABSURDA”.
Por Conny Méndez.