NUTRICION Y MAYORES, 2ª. PARTE
Vitaminas
Muchas personas mayores no toman suficientes vitaminas, especialmente las que comen poco o no les gustan las frutas o las verduras y pueden tener deficiencias asintomáticas que pueden agravarse en situaciones de enfermedades agudas. Por ello, estas personas deberían tomar un suplemento polivitamínico. El mayor riesgo de presentar deficiencias afecta a la vitamina A, ácido fólico, vitamina B2, vitamina B6, calcio y zinc.
Minerales
En personas de edad, especialmente si padecen enfermedades del estómago, pueden tener menor eficacia para la absorción de hierro, calcio y vitamina B12, por lo que también deberían recibir algún suplemento.
¿Cómo conocer el estado de nutrición?
Para conocer el estado de nutrición de forma rápida puede realizar el test de la tabla 1. Además de este test, el control del peso siempre es importante: las pérdidas de 5-8 kg de peso, sin una causa que lo justifique, aconsejan consultar con el médico.
En los últimos años ha crecido notoriamente el número de personas mayores, y es de prever que siga creciendo en los próximos años. Esta población es muy heterogénea en cuanto a su salud, autonomía y necesidades nutricionales, ya que son muy diferentes los casos de personas de 65 años con plena autonomía y los de 85 años con dependencias físicas o psíquicas. |
También hay que distinguir, desde un punto de vista nutricional, a los mayores sanos de los que padecen enfermedades crónicas, que pueden afectar hasta a un 40% de los sujetos mayores de 75 años. La presencia de enfermedades crónicas y su tratamiento con frecuencia produce molestias digestivas y falta de apetito, que contribuyen a disminuir los alimentos que se toman.
También influye si el paciente realiza una vida normal y autosuficiente, o requiere algún tipo de asistencia para sus necesidades diarias. Por todo ello, es muy difícil hacer generalizaciones que se puedan aplicar a toda una población tan heterogénea en cuanto a los problemas y necesidades nutricionales.
Según un estudio del servicio de salud británico el 7% de los ancianos que vive en su domicilio padece malnutrición. Esta cifra asciende al 14% en los que superan los 80 años y la presencia de una enfermedad aumenta la frecuencia de malnutrición, como sucede en pacientes hospitalizados o ingresados en residencias.
A su vez, las alteraciones nutricionales en el anciano pueden contribuir al deterioro de la salud incrementando la necesidad de cuidados médicos o ingresos hospitalarios. La disminución en la actividad física, que se produce con la edad, conlleva una disminución del aporte calórico y, por tanto, del aporte global de nutrientes. A esta situación se añaden los problemas físicos ocasionados por enfermedades como artrosis, alteraciones visuales etc., y en ocasiones problemas económicos que dificultan realizar una dieta correcta.