MI NOVIO ME TIENE SOMETIDA
Quien tiene alta autoestima ni somete ni se deja someter, pues el sometimiento es una señal de temor, no de poder ni de control. La madurez, la aceptación y respeto por si mismo(a) se refleja también en el respeto hacia los demás. Algunos novios “caen en el juego” de tratar de determinar las decisiones y el estilo de vida de sus respectivas parejas y las presionan a obedecer, so pena de rechazarles o terminar la relación. La contraparte son aquellos que también aceptan tales peticiones patológicas, amparados en que desean evitar crear conflictos. En realidad ambos participan en este ciclo de conductas inapropiadas. Si uno de ellos, descontinúa este hábito, también el otro lo hará. De manera que, si la novia supera su temor, y no permite la manipulación, el novio abandonará también tal conducta asfixiante y enfermiza, salvo que se trate de un desquiciado mental o enfermo del juicio. Entendamos por sometimiento la acción de controlarle la vida al otro en cuanto a “su vida social, laboral, horarios, atuendos, actitudes y comportamientos que debe observar, aceptación incondicional de todas las propuestas (imposición), etc. Prácticamente se anula a la otra persona. Desafortunadamente los miedos universales a perder el afecto y quedarse sólo en la vida, induce a algunas parejas inseguras a “permitir tales condiciones perturbadoras” reforzando así la conducta irregular del obsesivo machista. Mientras más se le complace, privándose la mujer de ser autentica y socializar sanamente, más derechos cree tener el hombre sobre la mujer. Irónicamente, lo que la dama reprocha (el control o sometimiento), también lo está alimentando, gracias a su propio temor. Ningún hombre sano, que ame a su novia, la abandonará por el sólo hecho de tomar decisiones propias, que no riñen contra la relación. En la mente del hombre inseguro puede haber esquemas mentales, patrones de conductas y convicciones patológicas, procedentes de decepcionantes experiencias propias, familiares o ajenas, pero ello no es motivo suficiente para gobernar la vida de su pareja. Tal interrelación está condenada al fracaso, previa etapa de confrontaciones angustiantes.
Quiéreme sin presión Imaginemos que una dama se amolde pasivamente a los “requerimientos arbitrarios” de su pareja machista, durante cierto tiempo…¿Cómo se siente ella mientras tanto? Puede sentirse satisfecha aquella persona que sacrifica su autenticidad y espontaneidad, para adaptarse al prototipo de su pareja? Algunas parejas buscan la tranquilidad a través de la complacencia incondicional hacia el otro, aún a costa de sus propios valores, normas, deseos y principios. Como si “la autenticidad” fuera a traer problemas. No es así. El egoísmo sí acarrea conflictos, pero el saber alternar tales complacencias, no. Puedo quererte y al mismo tiempo “atender mis necesidades hoy… porque ayer atendí las tuyas”. Este ciclo de complacer en todo a la pareja machista para evitar agresiones y problemas, complica la situación, en vez de resolverla. La solución está en tomar decisiones propias, no influenciadas por la presión de nadie. Ninguna persona tiene derecho a tomar decisiones por otra, salvo que sea menor de edad o incapacitado mental. El amor se demuestra respetando la libertad ajena, porque la felicidad está vinculada con la autonomía y la lealtad, tanto hacia si mismo, como hacia la pareja. Imponerle “su modo de vida, su modo de vestir, de hablar, de relacionarse, de trabajar, su vida recreativa, etc” equivale a convertirse en el propio “carcelero”. Es decir, te enclaustro en un prototipo de mujer que corresponde a mis esquemas mentales, aunque tú te frustres. Esto es un falso amor. “Amarrar o someter” a alguien dentro de unos canones de conducta, contrarios a su natural proceder y pensar, equivale a invadir y agredir. Una cosa es proponer, y otra muy distinta, imponer. Quien propone, no muestra hostilidad. Quien impone, se altera y “pasa factura” castigando de alguna manera al desobediente… bien sea con la indiferencia, el rechazo, reproches, amenazas, maltrato psicológico o emocional, etc. No tiene futuro ninguna relación bajo estas perspectivas. Puede durar un tiempo, pero a costa del bienestar emocional. Donde no hay respeto y libertad, no hay felicidad. Entendiendo por libertad, una actitud donde cada quien se comporta de forma
espontánea, sin presión, pero apegado también al respeto y lealtad hacia la pareja. |