LOS ANTIBIOTICOS, 2ª. PARTE
Un poco de historia...
El científico Louis Pasteur fue el primero, a finales del siglo XIX, en observar el efecto antibiótico al descubrir que algunas bacterias podrían destruir gérmenes del ántrax.
Hacia 1900, el bacteriólogo alemán Rudolf von Emmerich aisló una sustancia capaz de destruir los gérmenes del cólera y de la difteria en un tubo de ensayo, pero no en los seres humanos.
En la primera década del siglo XX, el químico alemán Paul Erlich ensayó la síntesis de compuestos orgánicos capaces de atacar de manera selectiva al microorganismo infeccioso sin lesionar al organismo huésped.
Pero fue el año 1928, el que supuso una auténtica revolución para la historia de los antibióticos y, por supuesto, de la medicina.
Esa fue la fecha en que Alexander Fleming, un bacteriólogo británico, descubrió de forma accidental la penicilina, que demostró su eficacia frente a cultivos de laboratorio de algunas bacterias como las de la gonorrea, la meningitis o la septicemia.
Sin embargo, no fue éste el primer antibiótico en usarse eficazmente en humanos. Este honor le corresponde a la tirotricina, otro antibiótico, que se emplea para el tratamiento de ciertas infecciones externas.
Pero la penicilina revolucionó la medicina, al ser capaz de curar enfermedades que ayer mataban a millones de personas y hoy no son más que un trastorno perfectamente curable, como la neumonía.
¿Qué tipo de antibióticos existen?
Existen muchos tipos de antibióticos. Quizás los más conocidos sean el beta-lactantico, grupo al que pertenecen las penicilinas, los antibióticos más antiguos, que continúan siendo los de primera elección en muchas infecciones.
Este tipo de antibióticos actúa rompiendo la pared bacteriana. Dentro de este grupo se encuentran también las cefalosporinas que, en vez de proceder de un hongo como las penicilinas, son de síntesis química.
Otro grupo de antibióticos es el de los aminoglucósidos que se usan, normalmente en combinación con otros, para tratar, entre otras enfermedades, la tuberculosis.
Otro grupo de antibióticos bastante conocido es el de las tetraciclinas, que se utilizan en multitud de infecciones, desde la bronquitis hasta las infecciones bucales. También se conocen los antibióticos macrólidos, recetados para muchas infecciones, sobre todo a las personas alérgicas a la penicilina.
¿Contra qué infecciones son eficaces los antibióticos?
Aunque si analizamos la palabra en su sentido literal, antibiótico significa contra todo organismo vivo, los antibióticos se utilizan fundamentalmente (y es donde más han demostrado su eficacia) contra las enfermedades provocadas por bacterias, organismos vivos con más autonomía que los virus, y hongos o protozoos.
Entre las enfermedades más conocidas causadas por estos organismos se encuentran: la tuberculosis, la neumonía y la septicemia. Los antibióticos se han mostrado asimismo eficaces en el tratamiento de enfermedades de tranmisión sexual, como la gonorrea.
¿Por qué es tan importante completar el tratamiento?
Uno de los errores más comunes respecto al tratamiento farmacológico con antibióticos es dejarlo a medias.
En estos casos puede ocurrir que la curación que al paciente le ha parecido sentir no sea más que un espejismo, por lo que al dejar de consumir los antibióticos recaiga; también puede suceder que se estimule el desarrollo de bacterias resistentes.
Así, las que han sobrevivido a la primera dosis de antibióticos son prácticamente inmunes al tratamiento que el paciente retomará al notar de nuevo los síntomas de la enfermedad.
¿Cuáles son las consecuencias del abuso de antibióticos?
La consecuencia más grave del abuso de antibióticos, algo muy común en la sociedad actual, es que enfermedades antes incurables que ahora pueden tratarse vuelvan a serlo. La OMS ha advertido en reiteradas ocasiones sobre este peligro. El proceso por el que esta profecía puede convertirse en realidad es sencillo: las bacterias acaban acostumbrándose a los antibióticos que reciben regularmente, los que les hace resistir su acción.
En el momento en que se hagan absolutamente inmunes al tratamiento antibiótico, las enfermedades que provocan volverán a ser incurables. Para evitar este problema es necesario racionalizar el uso de estos fármacos.
Además de evitar la automedicación (como con casi cualquier medicamento) es muy importante no utilizar antibióticos contra enfermedades producidas por virus, como la gripe, algo que se hace con relativa frecuencia.