LOS HIJOS DESPUES DE LA RUPTURA DE PAREJA, 2ª. PARTE
Los sentimientos se adquieren con el tiempo, no se puede obligar a querer a nadie.
Saber que se debe exigir respeto hacia su padrastro o madrastra y acordar formas de comportamiento y convivencia.
Si los comportamientos negativos de los hijos son excesivos, o el impacto emocional que ha sufrido es muy fuerte y no se observa un evolución progresiva de recuperación, habrá que plantearse la intervención de un profesional de la psicología.
¿Cómo pueden sentirse los nuevos padres?
Las mujeres que se convierten en madrastras de los hijos de otro hombre pueden pensar que "el amor lo puede todo". Para ello, intentarán acabar con el mito de la madrastra malvada, queriendo a estos niños como si fueran sus propios hijos.
Pero estos niños no siempre querrán corresponder el amor recibido, pensando que así traicionan a la madre que ya no vive con ellos.
Nadie puede ser obligado a querer a otra persona; los sentimientos necesitan tiempo para desarrollarse. Los nuevos padres tienen que ganarse el corazón de los hijos de su compañero. Por ello, no deberían mostrarse demasiado estrictos ni exigentes. Los niños pueden asustarse y el padrastro o la madrastra se sentirán decepcionados y tristes cuando no reciban señales de respuesta a su afecto.
Con frecuencia, los hijos no suelen considerar que el nuevo padre o madre se vaya a quedar para siempre, y como consecuencia, se comportan con cierto distanciamiento. No hay que precipitarse en estas nuevas relaciones. Lo único que pueden hacer los nuevos padres es transmitir a los hijos de su pareja su interés por ellos y su deseo de tener la oportunidad de quererlos. Después, hay que pasar a un segundo plano y esperar que los niños les acepten progresivamente y les den su confianza. El proceso puede durar años y no hay que darse por vencido. Los nuevos padres tampoco deben pensar que no son normales si esto sucede con demasiada lentitud.
¿Qué ocurre cuando no resulta fácil querer a los otros niños igual que a los propios hijos?
En las nuevas familias con hijos de ambos padres, es normal que acaben formándose dos grupos: el hombre con sus hijos y la mujer con los suyos. Todos nos mostramos protectores con nuestros hijos y eso puede traer problemas.
Es importante que los nuevos padres tengan muy claro que quizá nunca lleguen a querer de igual forma a sus hijos que a los de su pareja. Después de todo, los hijos propios son de nuestra misma sangre y los conocemos desde su nacimiento. Los hijos del compañero ya vienen formados, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Además de realista, resulta muy útil admitir que es imposible querer a todos los hijos por igual, como pasa con los adultos.
SALUDOS...ADRY